8.03.2007

Capitulo Cinco

0630 Horas, Julio 12, 2519 (Calendario Militar)/

Sistema Epilson Eridani, Preservación Militar Reach para Entrenamiento en la jungla

Planeta Reach

John se sostuvo firmemente mientras la nave de descarga alerón hacia arriba y sobre la cordillera nevada y accidentada de una montaña. El sol se asomaba sobre el horizonte y adornaba a la nieve con rosas y naranjas. Los otros miembros de su unidad presionaron su cabeza a las ventas para mirar.

Sam se sentó junto a el y miro hacia fuera. “Un lugar agradable para una pelea de nieve.”

“Perderías,” dijo Kelly. Se inclino sobre el hombro de John para ver mejor el terreno. “Tengo una puntería mortal con las bolas de nieve.” Se rasco el nacimiento de su cabello rapado.

“Mortal es correcto,” murmuro John. “Especialmente cuando en el centro llevan piedras.”

El Primer Maestre Méndez salio de la cabina al compartimiento de pasajeros. Los reclutas se pararon y se pusieron en posición de atención instantáneamente.

“Descansen y siéntense.” El gris en las sienes de Méndez había se había vuelto una franja al lado de su cabello extremadamente corto, pero si algo había cambiado en el , era que se había vuelto mas fuerte y exigente desde que John lo había visto por primera vez hace dos años.

“La mision de hoy será simple, para variar.” La voz de Méndez se oía fácilmente sobre el rugido del motor de la nave de descarga.

Le dio una pila de papeles a Kelly. “Páselos, Recluta.”

“¡Señor!” Saludo con elegancia y le dio un papel a cada uno de los setenta y cinco niños en el escuadrón.

“Estos son fragmentos de mapas de la región local. Tendrán que descifrarlo ustedes mismos. Luego se moverán a una zona de extracción marcada e iremos por ustedes ahí.”

John dio vuelta a su mapa. Solo era una parte de un mapa mucho mas grande –no había marcados puntos de inserción ni extracción. ¿Cómo se suponía que tendria que moverse sin un punto de referencia? Pero sabia que eso era parte de la mision, tendria que contestar esa pregunta por si solo.

“Una cosa mas”, dijo Méndez. “El ultimo recluta en llegar al punto de extracción será dejado atrás.” Lanzo una mirada a la ventana. “Y es un largo camino de regreso.”

A John no le gusto eso. No iba a perder, pero tampoco quería que nadie más perdiera. La idea de que Kelly o Sam o cualquiera de los otros marchara todo el camino de regreso lo inquietaba… si es que lograban recorrer todo el camino de regreso sobre esas montañas.

“Primer salto en tres minutos,” Grito Méndez. “Recluta 117, eres el primero.”

“¡Señor! ¡Si, Señor!” respondió John.

Volteo a ver la ventana y observo el terreno. Había un aro de accidentadas montañas, un valle poblado con cedros y una cinta plateada –un rió que desembocaba en un lago.

John golpeo con el codo a Sam, apunto al rió, entonces movió su pulgar hacia el lago.

Sam asintió, luego jalo a Kelly hacia un lado y apunto a la ventana. Kelly y Sam se movieron rápidamente, junto al resto de los reclutas sentados.

“Recluta 117: al frente y al centro.” Méndez avanzo a la parte de atrás del compartimiento mientras la cola de la nave se abría y se extendía la rampa. Dio un golpecito a John en el hombro. “Cuidado con los lobos en el bosque, 117.”

“¡Si, señor!” John miro sobre el hombro a los demás.

Sus compañeros de equipo le asintieron imperceptiblemente. Bien, todos captaron su mensaje.

Bajo corriendo la rampa hacia el bosque. Los motores de la nave rugieron al arrancar y se elevo en el cielo sin nubes. Se abrocho su chaqueta. Usaba solo sus ropas, un par de botas y una chamarra gruesa, no era exactamente el equipo que hubiera empacado para una estancia prolongada en la intemperie.

John miro fijamente hacia un pico particularmente accidentada que había visto desde el aire; el rió yacía en esa dirección. Lo seguiría corriente abajo y vería a los demás en el lago.

Marcho a través de los bosques hasta que escucho el sonido de la corriente. Se acerco lo suficiente para ver hacia donde iba el flujo de agua, y se adentro nuevamente en el bosque. Los ejercicios de Méndez generalmente tenían algún giro –minas aturdidoras en el campo de obstáculos, francotiradores con pistolas de pintura durante los simulacros de desfiles, y con el Maestre en esa nave, John no iba a revelar su posición a menos que tuviera una buena razón.

Paso junto a un arbusto de arandanos y se tomo el tiempo de cortarlos antes de continuar.

Esta era la primera vez en meses que había estado solo y podía pensar. Metió un puñado de la fruta en su boca y mastico.

Pensó en el lugar que había sido su casa, en sus padres… pero cada vez más y más parecía un sueño. John sabía que no lo era y que alguna vez había tenido una vida diferente. Pero era esta vida la que quería. Era un soldado. Tenía un trabajo importante por el cual entrenar. Méndez decía que eran los mejores y más brillantes de la Marina. Que eran la única esperanza de paz. Eso le gustaba.

Antes, nunca había sabido que iba a ser cuando creciera. Realmente nunca había pensado en nada, aparte de ver videos y jugar, nada había sido un reto.

Ahora todos los días eran un reto y una nueva aventura.

John sabia mas cosas, gracias a Déjà, de las que jamás Pensó que podría aprender en su escuela: algebra y trigonometría, la historia de cientos de batallas y reyes. Podía poner un cable detonador, disparar un rifle y tratar una herida en el pecho. Méndez les había mostrado como ser fuertes… no solo con su cuerpo, si no también con su cabeza.

Tenia una familia aquí: Kelly, Sam y todos los demás en su escuadrón.

El pensar en los compañeros de su escuadrón, lo hizo volver a la mision de Méndez –uno de ellos iba a ser dejado atrás. Debía haber una manera de llevarlos a todos a casa. John decidió que no se iba a ir hasta que hubiera resuelto como hacerlo.

Llego a la orilla del lago. Se quedo parado y escucho.

John escucho un búho cantando en la distancia. Marcho hacia el sonido. “Oye, búho,” dijo cuando estaba cerca.

Sam salio de atrás de un árbol cercano y sonrió. “Jefe búho para ti, Recluta.”

Caminaron por la orilla del lago, juntando al resto de los niños del escuadrón. John los contó para asegurarse: Sesenta y siete.

“Vamos a juntar las piezas del mapa,” sugirió Kelly.

“Buena idea,” dijo John “Sam, toma a tres y explora el área. No quiero ninguna de las sorpresas del Maestre acercándose.

“Bien.” Sam eligió a fajad, James y Linda y luego los cuatro desaparecieron en el bosque.

Kelly junto las piezas del mapa y se acomodo en la sombra de un antiguo cedro. “Algunos de estos no entran, y algunos son copias.” Dijo, y los puso en el suelo. “Si, Aquí esta una orilla. Lo tengo –este el lago, el rió, y aquí…” Apunto a una mancha lejana de verde. “Ese tiene que ser el punto de extracción.” Negó con la cabeza y se encogió los hombros. “Pero si las leyendas en este mapa están correctas, tendemos que escalar un día completo. Es mejor que vayamos empezando.”

John silbo y un momento después Sam y sus exploradores regresaron.

“Vamos,” dijo John.

Ninguno discutió. Todos se formaron detrás de Kelly mientras ella avanzaba. Sam vigilaba el camino por delante. El tenía los mejores ojos y oídos. Varias veces se detenía y señalaba para que todos se detuvieran o se escondieran –pero al final solo era un conejo o un ave.

Después de varias millas de marcha, Sam regreso atrás. Le susurro a John, “Esto es muy fácil. No es como ninguno de los ejercicios normales del Maestre.”

John asintió. “He estado pensando en eso también, Solo mantén tus ojos y nariz listos.”

Pararon a medio día para estirarse y comer arandanos que habían juntado a lo largo del camino.

Fajad hablo. “Quiero saber una cosa,” dijo. Hizo una pausa para limpiar el sudor de su piel obscura. “Vamos a llegar todos al punto de extracción al mismo tiempo. Así que ¿Quien es el que se quedara atrás? Deberíamos decidirlo ahora.

“Hay que sacar pajillas,” sugirió alguien.

“No,” dijo John y se puso en pie. “Nadie se va a quedar atrás. Vamos a encontrar una manera de salir todos.”

“¿Cómo?” preguntó Kelly, rascándose la cabeza. “Méndez dijo-”

“Ya se lo que dijo. Pero debe de haber alguna manera –Solo que no he pensado en una todavía. Aun si soy yo el que se quede atrás- me asegurare de que todos regresen a la base.” John empezó a marchar nuevamente. “Vamos, estamos perdiendo el tiempo.”

Los demás se formaron tras el.

Las sombras de los árboles se estiraron y se juntaron y el sol cambio el color del horizonte a rojo. Kelly se detuvo y señalo a los demás para que se detuvieran. “Casi estamos ahí,” susurro.

“Sam y yo exploraremos,” dijo John. “Todos los demás rompan filas… y manténganse en silencio.”

El resto de los niños silenciosamente siguieron sus órdenes.

John y Sam se arrastraron bajo un arbusto y se refugiaron al borde del claro.

La nave estaba en el centro del campo; sus luces iluminaban todo treinta metros a la redonda. Seis hombres se sentaban en la rampa de lanzamientos abierta, fumando cigarros y pasándose una jarra.

Sam hizo la señal para retroceder. “¿Los reconoces? Susurro.

“No. ¿Y tu?”

Sam negó con la cabeza. “No llevan uniforme. No se parecen a ningún soldado que yo allá visto. Tal vez son rebeldes.

Tal vez robaron la nave y mataron al Maestre.”

“De ninguna manera” dijo John. “Nada puede matar al Maestre. Pero una cosa es segura: No creo que podamos caminar hasta ahí y tener un viaje libre de regreso hasta la base. Regresemos.”

Se arrastraron de nuevo hacia el bosque y explicaron la situación a los demás.

“¿Que es lo que quieres hacer?” Le pregunto Kelly

John se pregunto el por que ella creía que el tenia una respuesta. “Miro alrededor y vio que todos lo miraban, esperando que hablara. Se balanceo en sus pies. Tenia que decir algo.

“Bien… no sabemos quienes son esos hombres o que es lo que harán cuando nos vean. Así que averigüémoslo.”

Los niños asintieron, parecían pensar que hacerlo era lo correcto.

“Lo haremos de esta manera,” les dijo John. “Primero, necesitare un conejo.”

“Esa soy yo,” dijo Kelly, y se puso en pie. “Soy la mas rápida.”

“Bien,” dijo John. “Iras hasta la orilla del claro –y dejaras que te vean. Te acompañare y me ocultare cerca para ver. En caso de que algo te pase, le avisaré a los demás.”

Ella asintió.

“Entonces atraes a algunos de ellos hasta aquí. Corriendo pasando este punto. Sam, tu estarás al descubierto, pretendiendo que te rompiste una pierna.”

“Lo tengo,” dijo sam. Camino hasta Fhajad e hizo que le rasgara la espinilla con su bota. Le salio sangre de la herida.

“El resto de ustedes,”dijo John, “esperen en el bosque haciendo un gran circulo. Si tratan de hacer otra cosa que ayudar a Sam…” John hizo un puño con su mano derecha y lo azoto contra la palma de su mano. “¿Recuerdan el ciervo y los lobos?”

Todos asintieron y sonrieron. Habían visto esa lección muchas veces en el aula de Déjà.

“Consigan algunas rocas,” les dijo John.

Kelly rasgo su chamarra, estiro sus piernas y rodillas. “Esta bien,” dijo ella, “hagámoslo.”

Sam se tendió en el suelo, encogiendo su pierna. “Oooh –duele, ayúdame.”

“No lo sobreactúes,” dijo John, y pateo algo de tierra sobre el. “O sabrán que es una farsa.”

John y Kelly se arrastraron hacia el claro y se detuvieron a unos pocos metros de la orilla. Le suspiro, “Si quieres que yo sea el conejo…”

Ella lo golpeo en el hombro –fuerte. “¿Piensas que no puedo hacer mi parte?”

“Retiro lo dicho,” dijo el, frotándose el hombro.

John se movió a diez metros a un lado, se puso a cubierto, y observo.

Kelly salio a la orilla del claro, avanzando hacia la iluminación de las lámparas de la nave.

“¡Hey!” dijo ella, moviendo sus brazos sobre la cabeza. “Por aquí. ¿Tienen algo de comida? Tengo hambre.”

Los hombres se pararon lentamente y sacaron bastones aturdidores. “Ahí hay uno,”le oyó susurrar John. “Yo la tengo. Ustedes quédense aquí y esperen a los otros.”

El hombre se acerco cuidadosamente a Kelly, tenia su bastón aturdidor atrás de su espalda para que ella no lo viera. Ella se quedo quieta y espero a que el se acercara mas.

“Espera un segundo,” dijo ella. “Se me cayo la chaqueta ahí atrás. Regresare en un momento.” Dio la vuelta y corrió. El hombre fue por ella, pero allá ya se había desvanecido entre la sombra.

“¡Detente!”

“Esto va a ser muy fácil,” otro de los hombres dijo. “Los niños no sabrán que los golpeo.” Comentó otro hombre, “Peces en un barril.”

John escucho suficiente. Corrió hacia Kelly, pero se dio cuenta que ni el ni el otro hombre tenía oportunidad de atraparla. Se detuvo cerca de donde yacía Sam.

El hombre se paro. Miro alrededor sus ojos no estaban muy ajustados a la oscuridad, entonces vio a Sam en el suelo sosteniendo su pierna ensangrentada.

“Ayúdeme, por favor,” lloro Sam. “Esta rota.”

“Tengo tu pierna rota justo aquí, niño.” El hombre levanto su bastón.

John recogió una roca. La lanzo, pero fallo.

El hombre giro. “¿Quien esta ahí?”

Sam giro, se levanto y huyo de ahí. Habo un sonido en el bosque, luego una lluvia de piedras silbo por el bosque golpeando en el hombre...

Kelly apareció y lanzo una roca lo más duro que pudo –y golpeo al hombre justo en el centro de su frente.

Se derrumbo y golpeo contra el piso.

Los otros chicos se acercaron. “¿Que hacemos con el?” pregunto Sam.

“Es solo un ejercicio, ¿Verdad?” dijo Fhajad. “Tiene que ser hombre de Méndez.”

John dio vuelta al sujeto. Una línea de sangre serpenteaba desde su frente hasta su ojo.

“Lo escucharon,” susurro John. “Vieron lo que le iba a hacer a Sam. Méndez o los entrenadores jamás nos harían eso. Nunca. El no tiene uniforme. Ni insignias. No es uno de nosotros.”

John pateo al hombre en el rostro y luego en las costillas. El hombre instintivamente se encogió en una bola. “Tomen su bastón.”

“Sam levanto el bastón. También pateo al sujeto.

“Ahora regresemos y vamos por los demás,” John les dijo.

“Kelly, serás el conejo nuevamente. Solo llévalos a la orilla del claro. Sal de ahí y déjanos hacer el resto.”

Asintió y empezó a regresar al claro. El resto del escuadrón se disperso, recogiendo rocas a lo largo del camino.

Después de un minuto Kelly entro en el campo y grito, “Ese hombre cayo y se golpeo la cabeza. ¡Por aquí!”

Los cinco hombres restantes se levantaron y corrieron hacia ella.

Cuando estaban lo suficientemente cerca, John silbo.

El aire de repente se lleno de piedras. Los hombres levantaron sus manos y trataron de protegerse. Cayeron y cubrieron sus cabezas.

John silbo nuevamente y sesenta y siete niños simultáneamente gritaron y avanzaron hacia los desconcertados hombres. Ellos se pararon para defenderse. Parecían aturdidos –como si no pudieran creer lo que veían.

Sam golpeo en la cabeza de un hombre con el bastón. Fhajad recibió un puñetazo justo en la cara, y cayo.

Los hombres fueron abrumados por una ola de carne, golpeados hasta caes con puños y piedras y botas hasta que ya no se movían.

John se paro sobre sus cuerpos sangrantes. Estaba furioso. Pudieron haberlo lastimado, o a su escuadrón. Quería patearlos en la cabeza. Respiro profundamente y luego exhalo. Tenía mejoras cosas que hacer y problemas más grandes que resolver –la ira tendria que esperar.

“¿Quieres llamar a Méndez ahora?” Pregunto Sam mientras ayudaba a Fhajad a ponerse en pie con dificultad.

“Todavía no,” le dijo John. Camino hacia dentro de la nave. No había nadie más a bordo.

John acceso al sistema COM y abrió un enlace de correo. Enlazo con Déjà. Su cara apareció, en un holograma flotando sobre la Terminal.

“Buenas tardes, Recluta 117,” dijo ella. “¿Tienes alguna pregunta sobre la tarea?”

“Mas o menos,” respondió el. “es sobre una de las asignaciones del PM Méndez.”

“Ah.” después de una pequeña pausa ella dijo, “Muy bien.”

“Estoy en una nave Pelican. No hay piloto, pero necesito llegar a casa. Enséñame a volarlo, por favor.”

Déjà negó con la cabeza. “No estas calificado para volar esa nave, Recluta. Pero puedo ayudar. ¿Vez un icono con alas en la esquina de la pantalla? Presiónalo tres veces.”

John lo presiono y un ciento de botones e iconos y visores llenaron la pantalla.

“Toca dos veces las flechas verdes que están a las nueve en punto del reloj,” le dijo ella.

Lo hizo y las palabras piloto automático activado destellaron en la pantalla.

“Ahora yo tengo control,” dijo Déjà. “Los llevare a casa.”

“Espera un segundo,” dijo John y corrió hacia fuera. “¡Todos a bordo –rápido!”

Los niños corrieron hacia dentro de la nave.

Kelly se detuvo y pregunto, “¿Quien es el que se va a quedar atrás?”

“Nadie,” dijo John. “Solo entra.” Se aseguro de ser el ultimo en entrar a la nave, luego dijo, “Esta bien Déjà, sácanos de aquí.”

Los reactores de la nave rugieron al arrancar y se elevo hacia el cielo.

John se paro en posición de firmes en la oficina del Primer Maestre Méndez. El nunca había estado aquí. Nadie había estado. Un goteo de sudor escurría por su espalda. Los paneles de madera obscura y el olor a humo de cigarro lo hacían sentir claustrofóbico.

Méndez le fruncía el ceño a John mientras leía el reporte en su portapapeles.

La puerta se abrió y la Dra. Halsey entro. Méndez se paro, le hizo un seco asentimiento con la cabeza y luego se sentó de nuevo en su silla acolchada.

“Hola John,” dijo la Dra. Halsey. Se sentó al otro lado de Méndez, cruzo sus piernas y ajusto su falda gris.

“Dra. Halsey,” respondió John inmediatamente. Saludo. Ninguno de los otros adultos lo llamaba por su primer nombre, nunca. No entendía por que ella lo hacia.

“Recluta 117,” dijo Méndez. “Dígame otra vez por que robo propiedad del UNSC… y por que ataco a los hombres que había asignado para custodiarlo.”

John quería explicar que el solo estaba haciendo lo que tenia que hacer. Que lo sentía. Que haría cualquier cosa para compensarlo. Pero John sabia que Méndez odia a los llorones, casi tanto como odiaba las excusas.

“Señor,” dijo John. “Los custodios no llevaban uniformes. Tampoco insignias. ¡No se identificaron, señor!”

“Hmmm,” medito Méndez sobre el reporte nuevamente. “Así parece. ¿Y la nave?”

“Traje mi escuadrón a casa, señor. Yo fui el ultimo en abordar –así que si alguien tenia que ser dejado-”

“No le pregunte por la lista de pasajeros, Recluta.” Su vos se suavizo a un gruñido y volteo a ver a la Dra. Halsey. “¿Qué es lo que vamos a hacer con este?”

“¿Hacer?” Empujo sus anteojos más alto sobre su nariz y examino a John. “Creo que es obvio, Maestre. Hacerlo un Líder de escuadrón.”

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