8.12.2007

Capitulo Siete

0000 Horas, Marzo 30, 2525 (Calendario Militar)/

Transporte de la UNSC Atlas en ruta hacia el sistema Lambda Serpentis

“Y así entregamos los cuerpos de nuestros hermanos caídos al espacio.”

Méndez cerró sus ojos solemnemente por un momento, la ceremonia había terminado. Presiono un control y los contenedores de cenizas se movieron lentamente dentro de los tubos de eyección… y mas allá hacia el vació.

John se paraba rígidamente en posición de atención. Los compartimientos de eyección de misiles del transporte -normalmente pequeños, atestado de gente, y lleno de actividad- estaba inusualmente en silencio. La cubierta de fuego del Atlas había sido vaciada de municiones y personal. Pancartas largas y negras sin adornar, colgaban ahora de la parte superior de los compartimientos.

“¡Honores!” ordeno Méndez

John y los otros Spartans saludaron al unísono.

“Deber,” dijo Méndez. “Honor y Sacrificio. La muerte no disminuye estas cualidades en un soldado. Debemos recordarlo.”

Una serie de golpes resonaron a través del casco del Atlas mientras los contenedores eran lanzados al espacio.

El monitor destello y mostró un campo de estrellas. Los contenedores aparecieron uno por uno, rápidamente quedando atrás del transporte mientras este continuaba su curso.

John observaba. Con cada uno de los cilindros de acero inoxidable que se alejaban, sentía que estaba perdiendo una parte de si mismo. Sentía como si dejara a su gente atrás.

La cara de Méndez podría haber sido esculpida en piedra, por toda la emoción que mostraba. Finalizo su largo saludo y luego dijo, “Tripulación, rompan filas.”

No todo se había perdido. John miro alrededor de la cámara de lanzamiento; Sam, Kelly y otros treinta todavía estaban en firmes, en sus uniformes negros. Ellos habían salido ilesos de la ultima –mision no era precisamente la palabra correcta. Más o menos.

También había otra docena de otros, que habían vivido… pero ya no eran más soldados. Le dolía a John mirarlos. Fhajad estaba sentado en una silla de ruedas, temblando sin control. Kira y Rene estaban en un tanque de gel de flotación neutral, inhalando a través de respiradores; sus huesos estaban tan torcidos que ya no parecían humanos. Había otros, todavía vivos, pero con heridas tan criticas que no podían ser movidos.

Enfermeros empujaban a Fhajad y a los otros heridos hacia el elevador.

John camino hacia ellos y se detuvo, bloqueando su camino. “Deténgase, tripulante,” demando. “¿Hacia donde llevas a mis hombres?”

El enfermero se detuvo y sus ojos se agrandaron. Trago y luego dijo, “Yo, señor… tengo mis ordenes, señor.”

“Líder de Escuadrón,” lo llamo Méndez. “Un momento.”

“Quédense,” John le dijo al enfermero, y marcho para encarar al Maestre Méndez. “Si, señor.”

“Déjelos seguir,” dijo calladamente Méndez. “Ya no pueden seguir luchando. No pertenecen aquí.”

John miro a la pantalla inadvertidamente y a la larga línea de contenedores mientras desaparecían en la distancia. “¿Qué es lo que le pasara a mis hombres?”

La Marina cuida de los suyos,” respondió Méndez y levanto su mentón un poco más. “Ya no son los soldados mas rápidos, o los mas fuertes –pero todavía tienen mentes ágiles. Todavía pueden planear misiones, analizar datos, operaciones problemáticas…”

John exhalo una señal de descanso. “Eso es todo lo que cualquiera de nosotros pide, señor: una oportunidad para servir.” Volteo a ver a Fhajad y a los demás. Se puso en posición de firmes y saludo. Fhajad se las arreglo para levantar su temblante brazo y regreso el saludo.

Los enfermeros se los llevaron.

John miro a lo que quedaba de su escuadrón. Ninguno de ellos se había movido desde la ceremonia de servicio. Estaban esperando su siguiente mision.

“¿Nuestras ordenes, señor?” pregunto John.

“Dos días de descanso en cama, Líder de Escuadrón. Luego terapia física en microgravedad a bordo del Atlas hasta que se recuperen de los efectos secundarios de la aumentación.”

Efectos secundarios. John flexionó su mano. Era torpe ahora. Algunas veces apenas podía caminar sin caer. La Dra. Halsey les había asegurado que estos “efectos secundarios” eran una buena señal. “Sus cerebros deben volver a aprender como mover su cuerpo con reflejos mas rápidos y músculos mas fuertes,” les había dicho. Pero sus ojos le dolían, y también sangraban un poco en la mañana. Tenía dolores de cabeza constantes. Cada hueso en su cuerpo le dolía.

John no entendía nada de esto. Solo sabia que tenía un deber que llevar –y ahora temía no pudiera hacerlo. “¿Eso es todo, señor?” le pregunto a Méndez.

“No,” contesto el Maestre. “Déjà hará pasar a su escuadrón por el simulador piloteo de las naves tan pronto como estén listos para eso. Y,” añadió, “si están listos para el reto, ella quiere cubrir algo de química orgánica y algebra compleja.”

“Si, señor,” respondió John, “estamos listos para el reto.”

“Bien.”

John continúo sin moverse.

“¿Algo mas, Líder de escuadrón?”

John arrugo sus cejas, dudo un momento y luego finalmente dijo, “Yo era el Líder de escuadrón. La última mision era, por lo tanto, mi responsabilidad… y miembros de mi escuadrón murieron. ¿Qué es lo que hice mal?”

Méndez miro a John con sus impenetrables ojos negros. Miro al escuadrón, y luego de nuevo a John. “Camine conmigo.”

Llevo a John hacia la pantalla. Se detuvo y miro mientras el último de los contenedores se desvanecía en la oscuridad.

“Un líder debe estar listo para enviar a los soldados bajo sus ordenes hacia sus muertes,” Méndez dijo sin voltear a ver a John. “Haces esto por que tu deber con la UNSC es mayor a tu deber contigo mismo e incluso con tu escuadrón.”

John quito la vista de la pantalla. No podía seguir mirando al vació. No quería pensar en sus compañeros –amigos que eran como hermanos y hermanas para el- perdidos para siempre.

“Es aceptable,” dijo Méndez, “perder sus vidas si es necesario.” Finalmente volteo y encontró la mirada de John. “Sin embargo, no es aceptable desperdiciar esas vidas. ¿Entiendes la diferencia?”

“Yo… creo que entiendo, señor,” dijo John. “Pero ¿Cual fue el caso en esta mision? ¿Vidas perdidas o vidas desperdiciadas?”

Méndez volteo de nuevo a ver hacia la negrura del espacio y no contesto.

0430 Horas, Abril 22, 2525 (Calendario Militar)/

Transporte Atlas de la UNCS en patrulla en el Sistema Lambda Serpentis

John se oriento mientras entraba al gimnasio.

Desde el corredor estacionario era fácil ver que esta sección del Atlas giraba. La aceleración constante le daba a las paredes circulares algo parecido a la gravedad.

A diferencia de las demás partes del transporte, esta sección no era cilíndrica, era mas como un cono truncado. La porción exterior era mas ancha y giraba mas lentamente que la porción interior mas angosta –simulando fuerzas gravitacionales desde un cuarto a dos gravedades terrestres a lo largo del gimnasio.

Había pesas libres, sacos de velocidad y para golpear, un ring de boxeo, y maquinas para estirar y tonificar cada grupo muscular. No había nadie más tan temprano. Tenia el lugar para el.

John inicio con flexiones del brazo. Se dirigió a la sección central, calibrada a una gravedad, y tomo una pesa de veinte kilos. Se sentía rara –muy ligera. El giro debía estar mal. Dejo las pesas y tomo otras de cuarenta kilogramos. Esas se sentían mejor.

En las últimas tres semanas los Spartans habían tenido una rutina diaria de estiramientos, ejercicios isométricos, ejercicios de simulación ligeros y mucha alimentación. Tenían órdenes de comer cinco comidas altas en proteínas diarias. Después de cada comida debían reportarse al compartimiento medico para una seria de inyecciones de vitaminas y minerales. John esperaba expectante regresar a Reach y a su rutina normal.

Quedaban solo treinta y dos soldados en su escuadrón. Treinta candidatos se habían “esfumado” del programa Spartan; ellos murieron durante el proceso de aumentación, otra docena que sufría de de los efectos secundarios del proceso, habían sido reasignados permanentemente dentro de la Oficina de Inteligencia Naval.

Los extrañaba a todos, pero por otro lado, el y los demás tenían que seguir, tenían que probarse a si mismos nuevamente.

John deseo que el Maestre Méndez les hubiera advertido. El podría haberse preparado. Tal vez el giro en la última mision era que aprendieran a estar preparados para cualquier cosa. Jamás volvería a dejar su guardia baja.

Tomo asiento en la maquina para las piernas, la puso al peso máximo –pero también se sentía ligera. Se movió hacia el lado del gimnasio con mayor gravedad. Las cosas se volvían a sentir normal otra vez.

John trabajo en todas las maquinas, luego paso al saco de velocidad, una pelota de piel amarrada al suelo y al techo por una banda elástica gruesa. Solo podía ser golpeada con ciertas frecuencias permitidas, o giraba caóticamente.

Primero lanzo un golpe recto hacia delante, rápido como la cobra, e impacto en la bolsa. La bolsa de velocidad se movió, pero lentamente, como si estuviera bajo el agua… demasiado lento, considerando lo duro que había golpeado. La tensión en la línea debía estar muy baja.

Hizo sonar el elástico y zumbo. Estaba bien tensa.

¿Es que estaba todo mal en este cuarto?

Jalo el seguro metálico de las pesas del banco de levantamiento. John camino a la sección central –supuestamente a una gravedad. Sostuvo el seguro a un metro de la cubierta y lo dejo caer. Hizo ruido en el suelo.

Parecía haber caído normalmente... pero de alguna manera también le pareció lento a John.

Preparo el cronometro en su reloj y dejo caer el seguro otra vez. Cuarenta y cinco centésimas de segundo.

Un metro en más o menos medio segundo. Olvido la formula de la distancia y aceleración, así que hizo los cálculos y derivo la ecuación. Incluso hizo la raíz cuadrada.

Frunció el ceño. Siempre había tenido dificultad con las matemáticas anteriormente.

La respuesta era una aceleración gravitacional de nueve punto ocho metros por segundo cuadrado. Una gravedad estándar.

Así que el cuarto estaba girando correctamente. El era el que estaba fuera de calibración.

Sus experimentos fueron interrumpidos. Cuatro hombres entraron al gimnasio. No tenían uniforme, llevaban solo shorts y botas. Sus cabezas estaban afeitadas. Todos eran muy musculosos, delgados y en forma. El más grande de los cuatro era más alto que John. Cicatrices cubrían un lado de su rostro.

John se dio cuenta que eran de las Fuerzas Especiales –Tropas de Lanzamiento de Impacto Orbital (ODST por sus siglas en ingles: Orbital Drop Shock Troopers). Los ODSTs tenían los tatuajes tradicionales quemados en sus brazos: SALTADORES DE NAVES y CON LOS PIES PRIMERO HACIA EL INFIERNO.

“Helljumpers” –el infame 105vo. John había oído pláticas en el comedor acerca de ellos. Tenían una reputación de éxitos… y de brutalidad, aun contra sus compañeros soldados.

John les hizo un asentimiento educado.

Ellos simplemente pasaron de el y empezaron en las pesas libres en la alta gravedad. El más grande de los ODST tomo la barra del banco de levantamientos. Hizo un esfuerzo y la barra oscilo inestable. Las placas de acero del lado derecho se deslizaron y cayeron en la cubierta. El otro lado de la barra giro, y soltó el peso, casi aplastando su pie de apoyo.

Sobresaltado por el ruido, John salto.

“Que dia-” el ODST se levanto y miro hacia las pesas que se habían deslizado. “Alguien quito el seguro.” Gruño y giro hacia John.

John levanto el seguro. “El error fue mió,” dijo y avanzo hacia delante. “Mis disculpas.”

Los cuatro ODSTs se movieron como uno hacia John. El grande con las cicatrices se paro a un brazo de distancia de la nariz de John. “¿Por qué no tomas ese seguro y te lo metes, cabrón?” dijo sonriendo. “O mejor aun, talvez haremos que te lo tragues.” asintió a sus amigos.

John solo sabía tres maneras de reaccionar ante la gente. Si eran sus superiores, los obedecía. Si eran parte de su escuadrón, los ayudaba. Si eran una amenaza, los neutralizaba.

Así que cuando los hombres rodeándolo se movieron… el titubeo.

No por que tuviera miedo, si no por que esos hombres podrian haber caído en cualquiera de las tres categorías de John. No sabía su rango. Eran compañeros al servicio de la UNSC, pero por el momento, no parecían amistosos.

Los dos hombres flanqueándolo tomaron a John por los bíceps. El que estaba tras el trato de deslizar su brazo alrededor de su cuello.

John encogió los hombros y bajo el mentón a su pecho para evitar ser estrangulado. Lanzo su codo derecho en dirección del brazo sujetándolo, clavándola en el costado y luego golpeando directamente al hombre, quebrando su nariz.

Los otros tres reaccionaron, apretando sus agarres y acercándose –pero como el seguro cayendo, se movían lentamente.

John se agacho y se libró del fallido candado al cuello. Giro libremente, quebrando el agarre del hombre en su izquierda simultáneamente.

“¡Deténganse!” Una fuerte voz sonó haciendo eco a través del gimnasio.

Un sargento entro en el gimnasio y camino hacia ellos.

A diferencia de Méndez, que estaba en forma, en buena condición y estaba siempre serio, el estomago de este hombre sobresalía de su cinturón y parecía perplejo.

John se puso en posición de firmes. Los otros se pararon y continuaron mirando a John.

“Sargento,” el hombre con la nariz sangrante dijo. “Solo estábamos-“

“¿Acaso le hice una pregunta?” ladro el sargento.

“¡No, Sargento!” contesto el hombre.

El Sargento hecho un ojo a John, luego a los ODSTs. “Parecen todos tan dispuestos a pelear, súbanse al ring y háganlo.”

“¡Señor!” dijo John. Se dirigió al ring de box, paso entre las cuerdas y se paro ahí esperando.

Esto estaba empezando a tener sentido. Era una mision. John había recibido órdenes de un oficial superior, y los cuatro hombres eran ahora objetivos.

El ODST más grande pasó entre las cuerdas y los demás se juntaron para mirar. “Te voy a romper en pedazos, cabrón,”gruño entre sus apretados dientes.

John salto desde su pie de apoyo y lanzo todo su peso en el primer golpe. Su puño impacto en el amplio mentón del hombre. Su mano izquierda siguió e impacto en la quijada.

Las manos del hombre se levantaron; John se acerco un paso, clavo una de las manos del hombre a su pecho y continúo con un gancho a sus costillas flotantes. Huesos se rompieron.

El hombre se tambaleo hacia atrás. John dio un corto paso, lanzo su talón hacia abajo, a la rodilla del hombre. Tres golpes mas y el hombre estaba contra las cuerdas… entonces dejo de moverse, su brazo, pierna y cuello se inclinaban en ángulos no naturales.

Los otros tres hombres se movieron. El que tenía la nariz sangrante tomo una barra de acero.

John no necesito órdenes en esta ocasión. Tres atacantes al mismo tiempo –tenia que dejarlos fuera antes de que lo rodearan. Podría ser más rápido, pero no tenía ojos en su nuca.

El hombre con la barra de acero la balanceo y lanzo un golpe a las costillas de John; John se hizo a un lado, tomo la mano del hombre y la presiono contra la barra. Hizo girar la barra y rompió los huesos de la muñeca de su atacante.

Lanzo rápidamente una patada al segundo hombre, lo golpeo en la ingle, aplastando los órganos suaves y rompiendo la pelvis de su objetivo.

John libero la barra, la hizo girar alrededor y golpeo al tercer hombre en el cuello, golpeándolo tan fuerte que el ODST fue lanzado hacia las cuerdas.

“En descanso, Numero 117,” Ladro e Primer Maestre Méndez.

John obedeció y dejo caer la barra. Como el seguro, pareció tomar demasiado para que el arma golpeara la cubierta.

Los ODSTs yacían desplomados en el suelo, ya sea inconcientes o muertos.

Méndez, en el lado lejano del gimnasio, se dirigió hacia el ring de boxeo.

El sargento se paro con la boca abierta. “¡Maestre Méndez, señor!” Saludo firmemente. “¿Qué esta usted-” Volteo hacia John, sus ojos se ampliaron, y murmuro, “El es uno de ellos, ¿Cierto?”

“Los médicos están en camino,” dijo Méndez calmadamente. El se acero al sargento. “Hay dos oficiales de inteligencia esperándolo en Ops. Se reportara con ellos…”. Dio un paso hacia atrás “Sugiero que lo haga inmediatamente.”

“Si, Señor,” dijo el Sargento. Casi sale corriendo del gimnasio. Miro sobre los hombros a John; entonces corrió más rápidamente.

“Su ejercicio termino por hoy,” dijo Méndez a John.

John saludo y dejo el ring.

Un equipo de médicos entro con camillas y corrieron hacia el ring de boxeo.

“¿Permiso para hablar, señor?” dijo John.

Méndez asintió.

“¿Eran esos hombres parte de una mision? ¿Eran blancos o compañeros de equipo?”

John sabia que esto tenía que ser parte de alguna clase de mision. El Maestre había estado cerca de ahí como para que fuera una coincidencia.

“Tu encontraste y neutralizaste una amenaza,” respondió Méndez. “Esa acción parece haber contestado tu pregunta, Líder de escuadrón.”

John arrugo su frente mientras lo pensaba. “Seguí la cadena de mando,” dijo “El sargento me dijo que peleara. Estaba bajo amenaza y en peligro inminente. Pero aun así ellos eran Fuerzas Especiales de la UNSC. Compañeros soldados.”

Méndez bajo su voz. “No todas las misiones tienen objetivos simples o llega a una conclusión lógica. Tus prioridades son seguir las ordenes en tu cadena de mando, y luego preservar tu vida y la vida de su equipo. ¿Esta claro?”

“Señor,” dijo John. “Si, señor.” Miro hacia atrás nuevamente hacia el ring. La sangre se filtraba en el tapete de lona. John tenia un raro sentimiento en la boca de su estomago.

Llego a las regaderas y dejo que la sangre le escurriera. Extrañamente lo sentía por los hombres que había asesinado.

Pero sabia cual era su deber –El maestre había sido inusualmente verbal con el fin de dejar claro el asunto. Seguir ordenes y mantenerse el y su equipo seguro. Era todo en lo que tenia que enfocarse. John no le dio un segundo pensamiento al incidente en el gimnasio.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Excelente trabajo

21 de octubre de 2007, 11:15 a.m.  

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