8.31.2007

Capitulo Once

0600 Horas, Noviembre 2, 2525 (Calendario Militar)/

Sistema Epsilon Eridani, Complejo Militar de la UNSC Reach, planeta Reach.

John se pregunto quien había muerto. Los Spartans habían sido llamados a pasar revista en sus uniformes de traje solo una ocasión anterior: una ceremonia funeraria.

El Corazón Púrpura con el que lo habían premiado en su última mision, brillaba en su pecho. Se aseguro de que estuviera pulida hasta quedar bien brillante. Sobresalía contra su chaqueta de lana negra. Ocasionalmente John la miraba, para asegurarse si todavía estaba ahí.

Se sentó en la tercera fila del anfiteatro y encaro a la plataforma central. Los demás Spartans se sentaban calladamente en los anillos de gradas concéntricas. Reflectores parpadearon en el escenario vació.

Había estado en la cámara segura de informes antes. Aquí fue donde la Dra. Halsey les había dicho que iban a ser soldados. Aquí fue donde su vida había cambiado y le había sido dado un propósito.

El Maestre Méndez entro en la habitación y marcho a la plataforma central. También usaba su uniforme negro. Su pecho estaba cubierto con Estrellas de Plata y Bronce, tres Corazones Púrpura, la medalla de la Legión de Honor Roja. Y un arco iris de cintas de campaña. Recientemente se había afeitado la cabeza.

Los Spartans se levantaron y se asumieron la posición de firmes.

La Dra. Halsey entro. A John le parecía más vieja, las arrugas en la esquina de sus ojos y boca eran más pronunciadas, tenía líneas de gris en su cabello oscuro. Pero sus ojos azules estaban tan afilados como siempre. Usaba pantalones grises, una camisa blanca, y sus lentes colgaban bajo su cuello en una cadena de oro.

“Almirante en cubierta,” anuncio Méndez.

Todos ellos se enderezaron un poco más.

Un hombre unos diez años mayor que la Dra. Halsey camino al escenario. Su corto cabello color plata lucia como un casco de acero. Su caminar era extrañamente largo –lo que la tripulación llamaba “caminata espacial”- consecuencia de pasar mucho tiempo en microgravedad. Usaba un simple uniforme negro de la UNSC sin adornos. No llevaba medallas o cintas de campaña. Sin embargo, la insignia en el antebrazo de su chaquete era inconfundible: la sencilla estrella dorada de un Contralmirante.

“En descanso, Spartans,” dijo el. “Soy en Almirante Stanforth.”

Los Spartans tomaron sus asientos al unísono.

El polvo formo un remolino sobre el escenario y cayo sobre una figura cubierta. Su cara estaba obscurecida dentro de las sombras de su capucha. John no pudo distinguir manos al final de sus mangas.

“Este es Beowulf,” dijo el Almirante Stanforth haciendo un gesto hacia la criatura fantasmal. La voz de Stanforth era calmada, pero el disgusto era evidente en su cara. “El es nuestra IA agregado en la Oficina de Inteligencia Naval.”

Quito la vista del IA. “Tenemos muchos asuntos importantes que cubrir esta mañana, así que empecemos.”

Las luces disminuyeron. Un sol ámbar apareció en el centro de la habitación con tres planetas en órbita cercana.

“Este es Harvest,” dijo el. “Tiene una población aproximada de tres millones. A pesar de estar en la periferia del espacio controlado de la UNSC, este mundo es una de nuestras colonias mas productivas y pacificas.”

La vista holográfica hizo un acercamiento en la superficie del planeta y mostró tierras verdes y bosques y miles de lagos abarrotados con bancos de peces.

“A las 1423 horas, del 3 de Febrero de acuerdo al calendario militar, La plataforma orbital de Harvest hizo contacto a través de un radar de largo alcance con este objeto.”

Una silueta borrosa apareció sobre el escenario. “El análisis espectroscópico no fue concluyente,” dijo el Almirante Stanforth. “El material con que esta construido el objeto nos es desconocido.

Una grafica de absorción molecular apareció en una pantalla lateral, picos y líneas accidentadas indicaban la proporción relativa de los elementos.

Beowulf levanto un brazo bajo el manto y la imagen se oscureció. Las palabras INFORMACION CLASIFICADA aparecieron sobre los datos oscurecidos.

El Almirante Stanforth le lanzo una mirada al IA.

“El contacto con Harvest,” continuo, “se perdió poco después. La Administración de Colonias Militares envió a la nave exploradora Argo a investigar. La nave llego al sistema en veintiuno de abril, pero además de una breve transmisión para confirmar su posición de salida estelar, no fueron hechos mas reportes.”

“En respuesta, el Comando de la Flota reunió a un grupo de batalla para investigar. El grupo consistía en el destructor Heracles, comandado por el Capitán Veredi, así como las fragatas Arabia y Vostok. Ellas entraron en el Sistema Harvest el siete de octubre y descubrió lo siguiente.”

El holograma del planeta Harvest cambio. Los campos de exuberante vegetación y redondeadas colinas se transformaron, convirtiéndose en un desierto árido lleno de cráteres. Delgados rayos de luz gris se reflejaban en la corteza vidriosa. El calor oleaba en el aire desde la superficie. Regiones aisladas brillaban rojas.

“Esto es lo que queda de la colonia.” El Almirante hizo una pausa un momento para mirar a la imagen, y luego continuo. “Asumimos que todos sus habitantes son perdidas.”

Tres millones de vidas perdidas. John no podía figurar la fuerza bruta que había tomado matar a tantos –por un momento se dividió entre el horror y la envidia. Miro el Corazón Púrpura pegado en su pecho y recordó a sus compañeros perdidos. ¿Como podía una simple bala comprarse con tantas vidas desperdiciadas? De pronto ya no estaba orgulloso de su condecoración.

“Y esto es lo que el grupo de batalla Heracles encontró en orbita,” les dijo el Almirante Stanforth.

La silueta borrosa aun era visible, colgando en el aire, definida en un buen enfoque. Parecía lisa y orgánica. Y el casco poseía un extraño brillo opalescente –parecía mas el caparazón de un insecto exótico que un casco de metal de una nave espacial. Metidas en un hueco en la parte de popa, había capsulas que pulsaban con un brillo púrpura blanquecino. La proa de la nave estaba curvada como la cabeza de una ballena. John pensó que poseía una rara y predadora belleza.

La nave no identificada,” dijo el Almirante, “lanzo un ataque inmediato contra nuestras fuerzas.”

Resplandores azules parpadearon desde la nave. Puntos de Luz roja aparecieron a lo largo de su casco. Proyectiles de energía se fundieron en un fiera mancha en la oscuridad del espacio. Los mortales resplandores de luz impactaron en el Arabia, salpicando a través del casco. Su metro de placas de armadura instantáneamente se fundieron y una nube de atmósfera encendida salio en ráfaga de la ruptura en el casco de la nave. “Esos fueron pulsos láser,” explico el Almirante Stanforth, “y –si podemos creer en este registro- alguna especie de arma autoguiada de plasma súper calentado.”

El Heracles y el Vostok lanzaron misiles hacia la nave. Los láseres del enemigo dispararon a la mitad de ellos antes de llegar al objetivo. El resto de los misiles impactaron, detonando en flores de fuego… que se apagaron rápidamente. La extraña nave brillo con una especie de cubierta semitransparente, la cual se desvaneció.

“También parecen tener un escudo de energía reflectante.” El Almirante Stanforth hizo una respiración profunda y sus rasgos se endurecieron en una mascara de severa determinación. “El Vostok y el Arabia se perdieron con toda su tripulación. El Heracles salto fuera del sistema, pero debido al daño que tuvo, le tomo varias semanas al Capitán Veredi regresar a Reach.

“Estas armas y sistemas defensivos están actualmente mas allá de nuestra tecnología. Por lo tanto… esta nave no es de origen humano.” Hizo una pausa, luego añadió, “Son el producto de una raza con una tecnología mucho mas avanzada que la nuestra.”

Un murmullo se hizo sonar a través de la cámara.

“Hemos, por supuesto, desarrollado un numero de escenarios de primer contacto,” continuo el Almirante, “y el Capitán Veredi siguió nuestros protocolos establecidos. Teníamos la esperanza que el contacto con una nueva raza fuera pacifica. Obviamente este no fue el caso –la nave alienígena no abrió fuego hasta que nuestra fuerza de tarea inicio los intentos de comunicación.”

Hizo una pausa, considerando sus palabras. “Fragmentos de las transmisiones enemigas fueron interceptados,” continuo. “Algunas palabras han sido traducidas. Creemos que se llaman a si mismos ‘El Covenant.’ Sin embargo, antes de abrir fuego, la nave alienígena transmitió libremente el siguiente mensaje.”

Hizo un gesto a Beowulf, quien asintió. Un momento después una voz resonó desde las bocinas del anfiteatro. John se agarroto en su asiento cuando la escucho; la voz desde las bocinas sonaba rara, artificial –extrañamente calma y formal, pero cargada con furia y amenaza.

“Su destrucción es la voluntad de los dioses… y nosotros somos su instrumento.”

John estaba atemorizado. Se levanto.

“Si, ¿Spartan?” dijo Stanforth.

“Señor, ¿Es esta una traducción?”

“No,” respondió el Almirante. “Ellos nos transmitieron esto en nuestro idioma. Creemos que usaron alguna clase de sistema de traducción para preparar el mensaje… pero eso significa que nos han estado estudiando por algún tiempo.”

John tomo asiento.

“Desde el primero de noviembre, la UNSC ordeno el estado de alerta total,”dijo Stanforth. “el Vicealmirante Preston Cole esta movilizando la flota mas grande en la historia de la humanidad para retomar el Sistema Harvest y confrontar esta nueva amenaza. Su transmisión hizo una cosa perfectamente clara: Están buscando pelea.”

Solo años de disciplina militar mantuvieron a John pegado a su asiento –en caso contrario se habría levantado y pedido ser voluntario en ese mismo momento. Hubiera dado todo para ir y pelear. Esta era la amenaza para la que el y los demás Spartans habían estado entrenando toda su vida –estaba seguro de eso. No para rebeldes diseminados, piratas o disidentes políticos.

“Debido a esta amplia movilización de la UNSC,” continuo el Almirante Stanforth, “su programa de entrenamiento será acelerado hasta su fase final: el Proyecto MJOLNIR.”

Dio un paso a un lado del podio y sujeto sus manos en su espalda. “Con ese fin, me temo que tengo otro anuncio desagradable.” Giro hacia el Maestre. “El Primer Maestre Méndez nos dejara para entrenar al siguiente grupo de Spartans. ¿Maestre?”

John agarro el eje de la grada. El Maestre Méndez siempre había estado ahí para ellos, la única constante en el universo. El Almirante Stanforth bien pudo haberle dicho que Epsilon Eridani iba a dejar el Sistema Reach.

El Maestre subió al podio y lo tomo por los bordes.

“Reclutas,” dijo, “pronto su entrenamiento estará completo, y se graduaran en el rango de Tercer Maestres en la UNSC. Una de las primeras cosas que aprenderán es que el cambio es una parte de la vida del soldado. “Harán y perderán amigos. Se moverán. Es parte del trabajo.”

Miro a su audiencia. Sus ojos oscuros descansaron en cada uno de ellos. Asintió, pareciendo satisfecho con lo que vio.

“Los Spartans son el mejor grupo de soldados que he encontrado,” dijo. “Ha sido un privilegio entrenarlos. Nunca olviden lo que he tratado de enseñarles –deber, honor y sacrificio por el bien mayor de la humanidad son las cualidades que hacen de ustedes los mejores.”

Estuvo en silencio por un momento, buscando más palabras. Pero sin encontrar más, se paro en firmes y saludo.

“Atención,” ordeno John. Los Spartans se levantaron como uno solo y saludaron al Maestre.

“Rompan filas, Spartans,”dijo el Maestre Méndez. “Y buena suerte.” El termino el saludo.

Los Spartans bajaron sus manos de golpe. Dudaron un momento, y luego con reticencia abandonaron el anfiteatro.

John se quedo atrás. Tenia que hablar con el Maestre Méndez.

La Dra. Halsey hablo brevemente con el Maestre y el Almirante, luego ella y el Almirante se fueron juntos. Beowulf se dirigió hacia la pared lejana y se desvaneció como un fantasma.

El Maestre tomo su sombrero, miro a John y camino hacia el. Asintió hacia el holograma de la colonia quemada, Harvest, todavía girando en el aire. “Una ultima lección, Tercer Maestre,” dijo. “¿Qué opciones tácticas tienes cuando atacan a un oponente mas fuerte?”

“¡Señor!” dijo John. “Hay dos opciones. Atacar rápidamente y con toda la fuerza a su punto mas débil –derrotarlos rápidamente antes de que tengan oportunidad de responder.”

“Bien,” dijo el. “¿Y la otra opción?”

“Retirarse,” respondió John. “Enfrentarlos con acciones de guerrilla o conseguir refuerzos.”

El Maestre suspiro. “Esas son respuestas correctas,” dijo, “pero puede que no sean correctas esta ocasión. Siéntate, por favor.”

John se sentó, y el Maestre se sentó junto a el en la grada.

“Hay una tercera opción.” El Maestre giro su sombrero en sus manos. “Una opción que otros pueden considerar eventualmente…”

“¿Señor?”

“Rendición,” susurro el Maestre. “Eso, sin embargo, no es nunca una opción para los que son como tu o yo. No tenemos el lujo de echarnos atrás.” Miro hacia Harvest –una brillante bola de vidrio. “Y dudo que un enemigo como este nos deje rendirnos.”

“Creo entender, señor.”

“Asegúrate de hacerlo. Y asegúrate de no dejar que alguien mas se rinda.” Miro a las sombras más allá de la plataforma central. “El Proyecto MJOLNIR hará a los Spartans en algo... nuevo. Algo en lo que yo nunca los convertiría. No puedo explicar todo –ese maldito espectro de la ONI sigue aquí escuchando –solo confía en la Dra. Halsey.”

“El Maestre esculco en el bolsillo de su chaleco. “Estaba esperando verte antes de que me enviaran fuera. Tengo algo para ti.” Puso un pequeño disco de metal en la grada, entre ellos.

“La primera vez que viniste aquí,” dijo el Maestre, “Peleaste con los entrenadores cuando te quitaron esto –rompiste algunos dedos según recuerdo.” Sus rasgos duros permitieron una rara sonrisa.”

John levanto el disco y lo examino. Era una antigua moneda de plata. La hizo girar entre sus dedos.

“Tiene un águila en un lado,” dijo Méndez. “Esa ave es como tu –rápida y mortal.”

John cerró sus dedos alrededor de la moneda. “Gracias, señor.”

El quería decir que era rápido y fuerte por que el Maestre lo había hecho así. Quería decirle que estaba listo para defender a la humanidad en contra de esta nueva amenaza. Quería decir que sin el Maestre, el no tenia propósito, no tenía integridad, y no tenía deber que mantener. Pero John no tenía las palabras. Solo se sentó ahí.

Méndez se puso en pie. “Ha sido un honor servir contigo.” En lugar de saludar, extendió su mano.

John se levanto. Tomo la mano del Maestre y se saludaron. Hizo un gran esfuerzo –cada instinto le gritaba que hiciera un saludo militar.

“Adiós,” dijo el Maestre Méndez.

Giro enérgicamente en su talón y camino fuera de la habitación.

John nunca volvió a verlo.

Capitulo Diez

1210 Horas, Septiembre 14, 2525 (Calendario Militar)/

Sistema Epilson Eridani, Puerto espacial de Eridanus 2, Nave de carga civil, Laden (numero de registro F-0980W)

“Spartan 117: en posición. Siguiente chequeo a las 0400.” John apago el micrófono, encriptó el mensaje, y lo mando a su repetidor de comunicaciones. Inicio una ráfaga de transmisión segura al Athens, la nave merodeadora de la ONI que estaba en posición a unas cuantas unidades astronómicas de distancia.

El y sus compañeros de equipo escalaron hacia las vigas superiores. En silencio, el equipo ato varias redes de soporte para que pudieran descansar en relativo confort. Debajo de ellos yacían cientos de miles de litros de agua negra, y rodeándolos, dos centímetros de acero inoxidable. Sam modifico el sensor de llenado para que la computadora de reserva no dejara que entrara mas agua al tanque de almacenaje. Las luces en sus cascos invocaban un patrón de líneas que se reflejaban cruzando y entrecruzándose.

El lugar perfecto para ocultarse –de acuerdo al plan, John pensó, y se permitió una pequeña sonrisa de triunfo. Las especificaciones técnicas que la ONI les había dado del Laden mostraba varios compartimientos hidropónicos montados alrededor del sistema de carrusel de la nave –Los masivos tanques de agua usaban gravedad para regar los cultivos que crecían en la nave.

Perfecto.

Ellos habían pasado al único guardia del compartimiento de carga del Laden fácilmente, hacia dentro de la nave y cerca de la vacía sección central. Los tanques de agua cubrirían sus señales térmicas, y bloquearían los sensores de movimiento.

El único elemento de riesgo que entraba en el plan era si la sección central dejaba de girar… las cosas se podrian poner muy feas dentro del tanque, muy rápido. Pero John dudaba que eso pasara.

Kelly instalo un pequeño repetidor de microondas fuera de la escotilla de arriba. Apoyo su computadora portátil en su estomago y la enlazo a la red de la nave. “Esto dentro,” reporto. “No hay AI, ni ninguna encriptación difícil… accesando al sistema ahora.” Presiono en la computadora unas pocas veces mas y activo el software de intrusión –el mejor que ONI podía proveer. Un momento después la computadora parpadeo una luz para indicar éxito.

“Tienen una trayectoria de navegación hacia el cinturón de asteroides. El tiempo estimado de llegada es de diez horas.”

“Buen trabajo,” dijo John. “Equipo: dormiremos en turnos.” Sam, Fred y Linda apagaron sus linternas.

El tanque vibro mientras los motores del Laden se encendían. El agua se inclino mientras aceleraban alejándose de la estación portuaria orbital.

John recordó Eridanus 2 –vagamente recordó que alguna vez había sido su casa. Se pregunto si su vieja escuela, su familia, todavía estaban ahí-

Aplasto su curiosidad. La especulación estaba bien como un fino ejercicio mental, pero la mision era primero. Tenia que estar alerta –o en caso contrario, tratar de dormir para poder estar alerta cuando necesitara estarlo. El Maestre Méndez les había dicho eso miles de veces: “El descanso puede ser una arma tan mortal como una pistola o una granada.”

“Tengo algo,” suspiro Kelly, y le paso la computadora.

Mostraba el manifiesto de carga del Laden. John reviso la lista: agua, harina, leche, jugo de naranja congelado. Rollos para soldar, imanes superconductores para un reactor de fusión… no había mención de armas.

“Me rindo” dijo el. “¿Qué es lo que estoy buscando?”

“Te daré una pista,” respondió Kelly. “El Maestre los fuma.”

John volvió a revisar la lista. Ahí. Cigarros William Dulces. Junto a ellos en el manifiesto estaba una caja de champaña, de la cosecha de Beta Centauri. Filetes rápidamente congelados New York y chocolates suizos. Estos artículos estaban almacenados en un compartimiento seguro. Tenían los mismos códigos de ruta.

“artículos de lujo,” murmuro Kelly. “Apuesto a que esos van a ir directamente para entrega especial al Coronel Watts o a sus oficiales.”

“Buen trabajo,” respondió John. “Marcaremos estos artículos y los seguiremos.”

“No será fácil,” dijo Fred desde la oscuridad. Encendió su linterna y miro a John. “Hay millones de maneras en que esto puede salir mal. Y vamos a entrar sin reconocimiento. No me gusta.”

“Nosotros solo tenemos una ventaja en esta mision,” dijo John. “Los rebeldes nunca han sido infiltrados –se sienten relativamente seguros y no nos estarán esperando. Pero cada segundo extra que estemos ahí… es una oportunidad de que seamos descubiertos. Seguiremos la corazonada de Kelly.”

“¿Tu cuestionando ordenes?” Pregunto Sam a Fred. “¿Tienes miedo?” había un pequeño dejo de reto en su voz.

Fred pensó por un momento. “No,” susurro. “Pero esta no es una mision de entrenamiento. Nuestros objetivos no estarán disparando balas aturdidoras.” Suspiro. “Simplemente no quiero fallar.”

“No vamos a fallar,” le dijo John. “Hemos completado todas las misiones en las que hemos estado antes.”

Eso no era completamente verdad: la mision de aumentación había borrado a la mitad de los Spartans. Ellos no eran invencibles.

Pero John no tenía miedo. Un poco nervioso, tal vez –pero estaba listo.

“Rotaremos los periodos de sueño,” dijo John. “Despiértenme en cuatro horas.”

Se dio la vuelta y rápidamente se adormeció con el sonido del agua en movimiento. Soñó con una pelota de gravedad y una moneda girando en el aire. John la atrapo y grito, “¡Águila!” mientras ganaba nuevamente.

Siempre ganaba.

Kelly empujo el hombro de John y el se despertó instantáneamente, su mano en su rifle de asalto.

“Estamos frenando,” susurro ella, y apunto su luz hacia el agua de abajo. El liquido se inclino unos veinte grados.

“Apaguen las luces,” ordeno John.

Quedaron inmersos en completa oscuridad.

Abrió un poco la escotilla y serpenteo la sonda de fibra óptica –enlazada a su casco- a través de la obertura. No había nadie.

Escalaron hacia fuera y bajaron con una cuerda por la parte de atrás del tanque de diez metros de alto. Se vistieron con sus monos manchados de grasa y se quitaron los cascos. Los trajes negros se veían un poco abultados debajo de las ropas de trabajo, pero el disfraz podía pasar por una rápida inspección. Con sus armas y equipo en bolsas de lona, pasarían como tripulación… a cierta distancia.

Se arrastraron por un corredor desierto y hacia dentro de la bahía de carga. Escucharon un millones de pequeños sonidos metálicos mientras la gravedad hacia efecto en la nave. El Laden debía de estar acoplándose a una estación o asteroide giratorio.

La bahía de carga era una habitación enorme, repleta hasta el techo con barriles y cajas de madera. Había enormes tanques de aceite. Robots elevadores automáticos se escurrían entre las hileras, revisando artículos que podrian haberse aflojado en el transito.

Hubo un enorme clang mientras la abrazadera de acoplamiento tomaba a la nave.

“Los cigarros están por acá,” susurro Kelly. Ella consulto su computadora, luego la volvió a meter en su bolsillo.

Se movían, aferrandose a la sombras. Se detenían cada pocos metros, escuchaban, y se aseguraban que sus campos de fuego estaban vacíos.

Kelly levanto su mano e hizo un puño. Apunto a una escotilla asegurada en el lado de estribor de la bodega.

John señalo a Fred y a Kelly y les hizo un movimiento para que avanzaran. Fred uso su equipo para quitar el seguro y se abrió rápidamente. Entraron y cerraron tras ellos.

John, Sam y Linda esperaron. Hubo un movimiento rápido y los Spartans levantaron sus armas a posición de fuego-

Un robot elevador paso por un pasillo adyacente.

Las masivas puertas de popa de la bodega de carga se abrieron con un silbido. La luz entro a la bodega. Una docena de trabajadores del puerto vestidos en sus monos entraron.

John tomo con más fuerza su MA2B. Un hombre miro hacia el pasillo en el que estaban agachados en las sombras. El se detuvo, hizo una pausa-

John levanto su arma lentamente, sus manos firmes, y apunto al pecho del hombre. “Siempre dispara al centro de la masa” Méndez les había gritado durante el entrenamiento con armas. El hombre se detuvo, estiro su espalda y continuo moviéndose, silbando calladamente para si mismo.

Fred y Kelly regresaron, y Kelly abrió y cerro su mano, con la palma hacia fuera –había colocado el marcador.

John tomo su casco de la bolsa de lona y se lo puso. Envió una señal al marcador de navegación y vio un triangulo azul parpadear una vez en la pantalla de su monitor. Levanto el pulgar a Kelly y se quito el casco.

Guardo su casco y su MA2B y señalo al resto del equipo para que hiciera lo mismo. Casualmente caminaron hacia afuera por la popa del almacén de carga y hacia dentro de la base rebelde.

La bahía de acoplamiento había sido excavada de la roca sólida. El techo se extendía un kilómetro de alto. Brillantes luces arriba iluminaban el lugar efectivamente, se veían como pequeños soles en el cielo. Había cientos de naves estacionadas dentro de la caverna –pequeñas naves sencillas, Corbetas de clase Mako, cargueros, en incluso naves Pelican de descarga, capturadas de la UNSC. Cada nave era sostenida por enormes grúas que viajaban en caminos de rieles. Los rieles se dirigían a una serie de enormes exclusas de aire. Así es como el Laden debe haber entrado.

Había gente por todos lados: trabajadores y hombres en impecables uniformes blancos. El primer instinto de John fue buscar donde cubrirse. Cada uno de ellos era una amenaza en potencia. Deseaba tener un arma en su mano.

El Mantuvo la calma y camino entre estos extraños. Tenia que poner el buen ejemplo para su equipo, si su reciente encuentro con los ODST en el gimnasio del Atlas había sido alguna indicación, sabía que su equipo no interactuaría bien con los nativos.

John se abrió paso entre los trabajadores del puerto y vehículos roboticos llenos de carga y personas vendiendo carne asada en palitos. Camino hacia una serie de puertas dobles instaladas en la parte lejana de la pared de roca, marcada: Regaderas públicas.

Empujo las puertas y entro sin mirar atrás.

El lugar estaba casi vació. Un hombre estaba cantando en la regadera y había dos oficiales rebeldes desvistiéndose cerca del expendedor de toallas.

John condujo a su equipo a la esquina más distante del cuarto de casilleros y se sentó en una de las bancas. Linda se sentó con su espalda hacia el, en deber de vigilancia.

“Hasta ahora todo va bien,” susurro John. “Esta será nuestra posición de retirada si todo se derrumba y quedamos separados.”

Sam asintió. “Muy bien –tenemos una pista de como encontrar al Coronel. ¿Alguien tiene alguna idea de cómo salir de esta roca una vez que lo tomemos? De vuelta al tanque de agua del Laden?”

“Muy lento,” dijo Kelly. “Tenemos que asumir que cuando el Coronel Watts desaparezca, su gente va a estar buscándolo.”

“había un Pelican en el puerto,” dijo John. “Lo tomaremos, Ahora tenemos que idear como operar las grúas y las exclusas de aire.”

Sam levanto su paquete de explosivos. “Yo se la manera justa en como tocar en la puerta de esas exclusas. No se preocupen.”

Sam hacia sonar su pie izquierdo. Solo lo hacia cuando estaba dispuesto a moverse. Las manos de Fred estaban cerradas en puños; podía estar un poco nervioso, pero lo tenía bajo control. Kelly bostezo. Y Linda estaba sentada absolutamente quieta. Estaban listos.

John tomo su casco, se lo puso, y checo el marcador de navegación.

“Orientaron 320,” dijo el. “Esta en moviéndose.” Levanto su equipo. “Y nosotros también.”

Ellos dejaron las regaderas y caminaron por el puerto, pasaron por unas masivas puertas elevadas dentro de la ciudad. Esta parte del asteroide parecía como un canon excavado dentro de la roca; John apenas podía ver el techo sobre su cabeza. Había rascacielos y edificios de apartamentos, fabricas, incluso un pequeño hospital. John se deslizo dentro de un callejón, se puso el casco, y checo el marcador de navegación azul. Se sobreponía sobre un vehiculo de carga que silenciosamente iba calle abajo. Habitares guardias armados montados en la parte de atrás.

Los Spartans lo siguieron desde una distancia discreta.

John comprobaba sus rutas de escape. Demasiada gente, y muchas cosas desconocidas. ¿Estaba la gente de aquí armada? ¿Entrarían en combate si estallaba una pelea? Algunas personas los miraban extrañadamente.

“Dispérsense,” susurro a su equipo. “Parecemos como si fuéramos en un desfile.”

Kelly aumento su paso y se adelanto. Sam se quedo atrás. Fred y Linda se deslizaron hacia la derecha e izquierda.

El vehiculo de carga giro y se hizo paso a través de una calle concurrida. Se detuvo en un edificio. La estructura era de doce pisos de alto, con balcones en cada piso.

John supuso que eran barracas.

Había dos guardias armados en uniformes blancos en la entrada del frente. Los tres hombre en el vehiculo se bajaron y cargaron la caja adentro.

Kelly miro a John. El asintió, dándole la señal de proseguir.

Ella se acerco a los dos guardias, sonriendo. John sabia que su sonrisa no era amistosa. Estaba sonriendo por que finalmente tenia la oportunidad de poner a prueba su entrenamiento.

Kelly saludo con la mano al guardia y jalo la puerta. El le pidió que se detuviera y mostrara su identificación.

Ella dio un paso hacia adentro, tomo su rifle, giro y lo arrastro hacia adentro con ella.

El otro guardia dio un paso hacia atrás y levanto su rifle. John corrió hacia a el por detrás, lo tomo del cuello y lo quebró. Luego arrastro el flácido cuerpo hacia adentro.

La recepción tenía paredes de ladrillo y una puerta de acero con un cerrojo en el cual se debía deslizar una tarjeta. Una cámara de seguridad se balanceaba en el aire sobre la cabeza de Kelly. El guardia al que había arrastrado yacía a sus pies. Estaba ejecutando un programa para romper el seguro usando su computadora.

John saco su MA2B y la cubrió. Fred y Linda entraron y se deshicieron de sus monos. Luengo se pusieron sus cascos.

“La marca de navegación se esta moviendo,” reporto Linda. “Marca 270, elevación diez metros, veinte… treinta y cinco y se detuvo. Diría que esta en el piso mas alto.

Sam entro, jalo la puerta y la cerro tras el, después quebró el seguro. “Todo bien aquí.”

La puerta interior hizo clic. “La puerta esta abierta,” dijo Kelly.

John, Kelly y Sam se quitaron sus monos mientras Fred y Linda los cubrían. John activo los detectores termales y de movimiento en su casco. La retícula brillo mientras levantaba su MA2B.

“Vamos,” dijo John.

Kelly empujo la puerta y la abrió. Linda dio un paso hacia adentro y a la derecha. John entro y tomo la izquierda.

Dos guardias estaban sentados detrás del escritorio de recepción del vestíbulo. Otro hombre, sin uniforme, estaba parado frente al escritorio, esperando ayuda; dos uniformados más estaban parados junto al elevador.

Linda disparo a los tres cerca del escritorio. John elimino a los objetivos junto al elevador.

Cinco balas –cinco cuerpos golpearon el piso.

Fred entro y se encargo de los cuerpos, arrastrándolos detrás del mostrador.

Kelly se movió hacia la escalera, abrió la puerta y dio la señal de todo libre.

El elevador sonó y sus puertas se abrieron. Todos giraron, con los rifles levantados… pero estaba vació. John exhalo, entonces les señalo las escaleras; Kelly tomo la delantera. Sam se quedo atrás. Todos silenciosamente subieron por nueve niveles dobles de escaleras.

Kelly se detuvo en un descanso superior. Apunto al interior del edificio, luego apunto hacia arriba.

John detecto débiles rastros de calor en el doceavo piso. Tenían que elegir una mejor ruta, un camino en el que nadie los esperaría.

John abrió la puerta. Era un vestíbulo vació. Sin objetivos.

Fue hacia el elevador y las abrió por la fuerza. Luego encendió el enfriador de su traje negro para enmascarar su firma termal. Los otros hicieron lo mismo… y desaparecieron de la imagen termal de su visor.

John y Sam escalaron por el cable del elevador. John miro hacia abajo: una caída de treinta metros en la oscuridad. Podría sobrevivir esa caída. Sus huesos no se quebrarían, pero habría daños internos. Y ciertamente comprometería la mision. Apretó su agarre en el cable y no volvió a ver hacia abajo.

Cuando habían escalado los últimos tres pisos, se aferraron a las esquinas cerca de las puertas cerradas del elevador. Kelly y Fred subieron por el cable tras ellos. Ellos se anclaron en las esquinas lejanas para sobreponer sus campos de fuego. Linda fue la última. Ella subió lo mas lejos que pudo, engancho su pie en una abrazadera cruzada y se colgó de cabeza.

John subió tres dedos, dos, luego uno, y entonces el y Sam silenciosamente jalaron las puertas del elevador.

Había cinco guardias parados en la habitación. Usaban armadura corporal ligera, cascos y cargaban rifles de modelo viejo HMG-38. Dos de ellos giraron.

Kelly, Fred y Linda abrieron fuego. Los paneles de madera detrás de los guardias quedaron marcados con agujeros de balas y salpicados de sangre.

El equipo se deslizo dentro de la habitación, moviéndose rápida y silenciosamente. Sam se encargo de las armas de los guardias.

Había dos puertas. Una llevaba al balcón; la otra tenía una mirilla. Kelly checo el balcón, luego susurro en el canal de comunicación de sus cascos: “Este da a un callejón entre edificios. No hay actividad.”

John comprobó el marcador de navegación. El triangulo azul parpadeaba en una posición justo detrás de la otra puerta.

Sam y Fred flanquearon la puerta. John no pudo tener ninguna lectura térmica o de movimiento. Las paredes estaban protegidas. Había demasiado sin saber y tampoco tiempo suficiente.

La situación no era idea. Ellos sabían que había al menos tres hombres dentro –los que habían cargado la caja hasta arriba. Y podría haber más guardias... y para complicar la situación, su objetivo tenia que ser tomado vivo.

John pateo la puerta.

Tomo toda la situación de una mirada. Estaba parado en el umbral de un apartamento lujoso. Había un bar húmedo repleto de estantes de botellas llenas de líquido color ámbar. Una gran cama redonda dominaba la esquina decorada con brillantes sabanas de seda. Las ventanas por todos lados tenían cortinas verdaderamente blancas –el casco de John compenso el brillo automáticamente. Una alfombra roja cubría el piso. La caja con los cigarros y la champaña estaba en el centro de la habitación. Era negra y metálica, sellada fuertemente contra el vació del espacio.

Había tres hombres parados junto a la caja reforzada, y un hombre agachado tras ella. El coronel Robert Watts –su “Paquete.”

John no tenía un disparo limpio. Si fallaba, podía herir al Coronel.

Los tres hombres, sin embargo, no tenían ese problema. Dispararon.

John salto hacia su izquierda. Recibió tres balas en su costado –sacando el aire de su cuerpo. Una bala penetro su traje negro. El la sintió tocar sus costillas y el dolor lo atravesó como una navaja al rojo vivo.

Ignoro la herida y rodó a sus pies. Tenía una clara línea de fuego. Presiono el gatillo una vez –una ráfaga de tres proyectiles golpeo al guardia del centro en la frente.

Sam y Fred dieron un giro alrededor del marco de la puerta, Sam arriba, Fred abajo. Sus armas silenciadas tosieron y el par de guardias restantes cayó.

Watts permanecía detrás de la caja. Blandió su arma. “¡Alto!” grito. “Mis hombres ya vienen. ¿Creen que estoy solo? Todos ustedes están muertos. Arrojen sus armas.”

John se arrastro al bar y se agacho ahí. Hizo que el dolor dentro de su estomago se fuera. Señalo a San y Fred y levanto dos dedos, luego los apunto sobre su cabeza.

Sam y Fred dispararon una ráfaga de balas sobre Watts. El se tiro al piso.

John salto sobre la barra, y cayo sobre su presa. Tomo la pistola y la hizo girar fuera de su mano, rompiendo el pulgar y el índice del hombre. John serpenteo su mano alrededor del cuello de Watts y asfixio al combatiente hombre hasta dejarlo casi inconciente.

Kelly y Linda entraron. Kelly saco una jeringa e inyecto a Watts –suficiente polipseudomorfina para mantenerlo sedado por la mejor parte del día.

Fred fue hacia atrás para cubrir el elevador. Sam entro y se agacho cerca de la ventana, observando la calle abajo para detectar cualquier señal de problemas.

Kelly fue hacia John y quito un poco de su traje. Sus guantes estaban resbaladizos con su sangre. “La bala esta todavía dentro,” dijo ella, y mordió su labio inferior. “Hay mucho sangrado interno. Aguanta.” Saco una pequeña botella de su cinturón e inserto la boquilla dentro del hoyo de la bala. “Esto puede arder un poco.”

La bioespuma de auto sellado lleno la cavidad abdominal de John. También le ardió como si cientos de hormigas se movieran a través de su interior. Ella quito la botella y tapo el hoyo. “Estarás bien por algunas horas” dijo ella, y le ofreció la mano para levantarse.

John se sentía tembloroso, pero lo lograría. La espuma evitaría que se desangrara hasta morir, y atrasaría el shock… al menos por un rato.

“Vehículos acercándose,” anuncio Sam. “Seis hombres entrando al edificio. Dos hombres tomando posición afuera… pero solo en el frente.”

“Metan nuestro paquete dentro de la caja y séllenla,” ordeno John.

Dejo la habitación, tomo su bolsa, y fue hacia el balcón. Aseguro una cuerda y la arrojo hacia abajo los doce niveles hasta el callejón. Bajo haciendo rapel, se tomo un segundo para buscar amenazas en el callejón, luego presiono el botón el micrófono en su cuello una vez –la señal de todo libre.

Kelly hizo un amarre descendente en la caja y la empujo por el balcón. Se deslizo por la cuerda y dio un golpe sordo al detenerse en el fondo.

Un momento después el resto de su equipo se deslizo por la cuerda.

Ellos rápidamente se pusieron sus monos. Sam y Fred cargaban la caja mientras entraban al edifico de junto. Salieron a la calle media cuadra hacia abajo y caminaron rápidamente lo que pudieron de regreso al puerto.

Docenas de hombres uniformados corrían del puerto hacia la ciudad. Ninguno los confronto.

Reentraron en las ahora desiertas regaderas públicas.

“Todos verifiquen sus sellos,” dijo John. “Sam, tu ve a tocar el timbre de la puerta. Encuéntranos en la nave de descarga.”

Sam asintió y corrió afuera del edificio, ambos paquetes de C-12 se balanceaban sobre sus hombros.

John tomo el botón de pánico. Disparo la transmisión en la configuración verde y la aventó dentro de un casillero vació. Si ellos no lograban salir, al menos la flota de la UNSC sabría donde encontrar la base rebelde.

“Tu traje esta roto,” le recordó Kelly a John. “Será mejor que entremos a la nave ahora, antes de que Sam instale sus fuegos artificiales.”

Linda y Fred comprobaron los sellos en la caja y la cargaron hacia fuera. Kelly tomo la delantera y John se quedo atrás.

Abordaron la nave de descarga Pelican y John evaluó su armamento –armadura abollada y carbonizada, un para de viejas, obsoletas ametralladoras de 40mm. Las capsulas de cohetes habían sido removidas. No era lo suficiente para una nave de guerra.

Hubo un resplandor de luz en el lado lejano del puerto. El trueno atravesó la cubierta, y luego el estomago de John.

Mientras John miraba, un enorme hoyo se materializaba en la exclusa provocando una nube de humo de metal destrozado. El negro espacio se asomaba más allá. Con un rugido que lastimaba los oídos, la atmósfera del puerto abruptamente se transformo en un huracán. La gente, las cajas, y los escombros salían disparados por la gran ruptura.

John se movió hacia dentro de la nave de descarga y se preparo para sellar la escotilla principal.

El miro mientras las puertas de emergencia descendían sobre la exclusa rota. Hubo una segunda explosión y la puerta descendiente se detuvo, y luego cayó estrepitosamente en la cubierta, aplastando una nave de transporte ligero.

Detrás de ellos, las grandes puertas de la bahía se cerraron, sellando los puertos fuera de la ciudad. Docenas de trabajadores todavía en el puerto corrían por su vida, pero no lo lograron.

Sam corrió a través del puerto, perfectamente seguro dentro de su traje negro sellado. Entro por la exclusa de emergencia del Pelican.

“La puerta trasera esta abierta,” dijo con una sonrisa.

Kelly inicio los motores. El Pelican se levanto, Maniobro a través del puerto y luego afuera a través del hoyo de la explosión hacia el espacio abierto. Empujo el acelerador al máximo.

Tras ellos, la base insurgente parecía cualquier otra roca en el cinturón de asteroides… pero esta roca estaba dejando escapar atmósfera y empezaba a girar erráticamente.

Después de cinco minutos al máximo poder, Kelly freno los motores un poco. “Llegaremos al punto de extracción en dos horas,” dijo.

“Verifiquen a nuestro prisionero,” dijo John.

Sam abrió la caja. “Los sellos aguantaron. Watts sigue vivo y tiene un pulso firme,” dijo el.

“Bien,” gruño John. Hizo una mueva de dolor mientras el punzante dolor en su costado se incrementaba.

“¿Algo te esta molestando?” pregunto Kelly. “¿Cómo esta la bioespuma?”

“Esta bien,” dijo el sin ni siquiera mirar el hoyo en su costado. “Saldré de esta.”

Sabía que debía sentirse eufórico –pero en lugar de eso simplemente se sentía cansado. Había algo que no podía digerir acerca de la operación. Se pregunto sobre todos los trabajadores del puerto y los civiles que murieron ahí. Ninguno de ellos eran objetivos designados. Y aun así, ¿No eran rebeldes todos en ese asteroide?

Por otro lado, era como el Maestre había dicho –había seguido sus ordenes, completado su mision, y sacado a su gente viva. ¿Qué más quería?

John llevo sus dudas de regreso a la parte profunda de su mente.

“Nada esta mal,” dijo el, y presiono el hombro de Kelly. John sonrió. “¿Que es lo que puede estar mal? Nosotros ganamos.”

8.30.2007

Capitulo Nueve

0605 Horas, Septiembre 12, 2525 (Calendario Militar)/

Destructor de la UNSC Pioneer, en ruta al Sistema Eridanus.

John y los otros Spartans estaban en posición de descanso.

El cuarto de reportes a bordo del Destructor de la UNSC Pioneer lo ponía incomodo. Los proyectores holográficos en el lado lejano del cuarto triangular mostraban un campo de estrellas que era visible desde la proa de la nave. John no estaba acostumbrado a ver tanto espacio; se mantenía esperando a que el cuarto se descomprimiera explosivamente.

Las estrellas parpadearon y desaparecieron y las luces del techo se iluminaron. El Primer Maestre Méndez y la Dra. Halsey entraron a la habitación.

Los Spartans se pusieron en firmes.

“En descanso,” dijo Méndez. Se tomo las manos por la espalda y apretó los músculos de su quijada. El Maestre parecía casi… nervioso.

Eso puso nervioso a John, también.

La Dra. Halsey camino hacia el podio. Las luces se reflejaban en sus lentes. “Buenos días. Spartans. Tengo buenas noticias para ustedes. Nos ha llegado la orden. El comando ha decidido probar sus habilidades únicas. Tienen una nueva mision: una base insurgente en el Sistema Eridanus.”

Un mapa estelar apareció en la pared e hizo un acercamiento para mostrar un sol naranja rodeado de doce planetas. “En 2513, una insurrección armada en este sistema fue suprimida por las fuerzas de la UNSC en la operación TREBUCHET.”

Un mapa táctico ínter sistema apareció. Pequeños iconos representando transportadores y destructores parpadearon. Se encontraron en un enfrentamiento con una fuerza de unas cien naves más pequeñas. Puntos de fuego aparecieron contra la oscuridad.

“La insurrección fue derrotada,” continuo la Dra. Halsey. “Sin embargo, elementos de las fuerzas rebeldes escaparon y se reagruparon en el cinturón de asteroides del sistema.”

El mapa giro y se acerco dentro del círculo de escombros alrededor de la estrella.

“Miles de millones de rocas,” dijo la Dra. Halsey, “donde se ocultaron de nuestras fuerzas… y continúan ocultándose hasta hoy. Por algún tiempo la ONI creyó que los rebeldes estaban desorganizados, y que no tenían líder. Eso parece haber cambiando.”

“Creemos que uno de esos asteroides ha sido ahuecado, y que una formidable base ha sido construida dentro. Las exploraciones de la UNSC dentro del cinturón no han podido hacer ningún contacto, o han caído en una emboscada con fuerzas superiores.”

John y los demás Spartans se inquietaron. ¿Una fuga? Era posible. Déjà les había mostrado muchas batallas históricas que habían sido ganadas y perdidas gracias a los traidores o informantes. Pero no se le había ocurrido que eso podía pasar en la UNSC.

Una imagen plana apareció sobre el mapa estelar: un hombre de mediana edad con cabello adelgazado, barba cortada al ras, y ojos grises húmedos.

“Este es su líder,” dijo la Dra. Halsey. “El Coronel Robert Watts. La foto original fue tomada después de la Operación TREBUCHET y ha sido modificada por computadora para compensar la edad.

“Su mision es infiltrarse en la base rebelde, capturar a Watts y rastrear a los traidores dentro de FLEETCOM (Comando de flota).

La Dra. Halsey se hizo a un lado. “¿Maestre Méndez?”

Méndez exhalo y libero sus manos. Se dirigió hacia el podio y aclaro su garganta. “Esta operación será diferente de sus misiones anteriores. Estarán enfrentándose al enemigo usando municiones reales y fuerza letal. Ellos regresaran el favor. Si hay alguna duda o confusion –y no se equivoquen, en combate habrá confusion- no tomen no lo piensen dos veces. Maten primero, hagan preguntas después.”

“El apoyo en esta mision estará limitada a los recursos y poder de fuego de este destructor,” continuo Méndez. “Esto es para minimizar las posibilidades de una fuga de informacion en la estructura de comando.”

Méndez camino hacia el mapa estelar. La cara del Coronel Watts desapareció y planos de un carguero clase Parábola aparecieron.

“A pesar de que no conocemos la ubicación de la base rebelde, creemos que reciben envíos periódicos desde Eridanus Dos. El carguero independiente Laden esta por dejar el puerto espacial en seis horas para una recertificación de rutina de sus motores. Esta siendo cargado con suficiente agua y comida para proveer una pequeña ciudad. Adicionalmente, su capitán ha sido identificado como un oficial rebelde que se pensaba había sido asesinado durante la Operación TREBUCHET.

“Entraran a este carguero sin ser detectados y esperamos que sean llevados a la base rebelde. Una vez ahí, deben infiltrarse en las instalaciones, tomar a Watts, y salir de esa roca de cualquier modo posible.”

El Maestre Méndez los miro a todos. “¿Preguntas?”

“Señor,” Dijo John. “¿Cuáles son nuestras opciones de extracción?”

“Tienen dos opciones: un botón de pánico que enviara una señal de ayuda a una nave escucha preestablecida. Además, el Pioneer continuara en la estación… brevemente. El tiempo que estaremos aquí es de trece horas.” Toco el mapa estelar en el eje del cinturón de asteroides y brillo una marca de navegación azul. “Les dejo la elección del modo de extracción. Pero tomen en cuenta que este cinturón de asteroides tiene una circunferencia de más de mil millones de kilómetros… haciendo imposible cubrirla con la nave de vigilancia de la ONI. Si las cosas se ponen difíciles, estarán solos.

“¿Alguna otra pregunta?”

Los Spartans estaban sentados, en silencio en inmóviles.

“¿No? Bien, Escuchen reclutas,” añadió Méndez. “En esta ocasión ya les he dicho todos los giros de los que tengo conocimiento. Estén preparados para todo.” Sus ojos se fijaron en John. “líder de Escuadrón, eres por lo tanto, promocionado al rango de Cabo.”

“¡Señor!”, John cambio a la posición de atención.

“Forme a su grupo y prepare su equipamiento. Estén listos para pasar revista a las 0300. Los dejaremos en los puertos de Eridanus Dos. Estarán por su cuenta desde ahí.

“¡Si, señor!”

Méndez saludo. El y la Dra. Halsey dejaron la habitación.

John volteo para encarar a sus compañeros. Los demás Spartans se pararon en atención. Treinta y tres –demasiados para esta operación. Necesitaba un equipo pequeño: cinco o seis como máximo.

“Sam, Kelly, Linda y Fred, véanme en el compartimiento de armas en diez minutos.” Los demás Spartans suspiraron y su mirada cayó a la cubierta. “El resto de ustedes se puede ir. Tendrán la parte mas difícil de esta mision: Tendrán que esperar aquí.”

El compartimiento de armas del Pioneer había sido abastecido con una gran variedad de equipo de combate. En una mesa había pistolas, cuchillos, equipo de comunicación, armaduras corporales, explosivos, paquetes médicos, equipo de sobré vivencia, computadoras portátiles, incluso un equipo de propulsión para maniobras en el espacio.

Sin embargo, más importante que los artículos, John evaluó a los miembros de su equipo.

Sam se había recuperado de la aumentación más rápido que cualquiera de los otros Spartans. Caminaba impacientemente entre las cajas de granadas. Era el mas fuerte de todos ellos. Era más alto que John por una cabeza. Le había crecido su cabello color arena tres centímetros. El Maestre Méndez le había advertido que pronto iba a lucir como un civil.

A Kelly, por el contrario, le había tomado mucho mas tiempo recuperarse. Estaba parada en la esquina con sus brazos cruzados sobre su pecho. John había pensado que ella no lo iba a lograr. Ella todavía estaba demacrada y su cabello todavía estaba por crecer. Su cara, sin embargo, todavía tenía su áspera belleza angular. También le daba un poco de miedo a John, Era rápida antes… ahora nadie podía tocarla si ella no lo permitía.

Fred estaba sentado en la cubierta con las piernas cruzadas, haciendo girar un cuchillo de combate muy afilado en arcos resplandecientes. Siempre llegaba segundo en todas las pruebas. John pensaba que podía llegar en primero, pero simplemente no le gustaba la atención. No era demasiado bajo ni alto. No era muy musculoso ni delgado. Su cabello negro tenía algunas líneas de plata –una característica que no tenía antes de la aumentación. Si cualquiera en el grupo podía mezclarse en la multitud, debería ser el.

Linda era el miembro mas callado del grupo. Estaba pálida, tenía el cabello rojo muy corto y tenia ojos verdes. Era una gran tiradora, una artista con el rifle de francotirador.

Kelly dio una vuelta a la mesa, tomo un par de monos azules manchados de grasa. Su nombre había sido bordado torpemente en el pecho. “¿Estos son nuestros nuevos uniformes?”

La ONI los trajo,” dijo John. “Se supone que son iguales a los que usa la tripulación del Ladeen.”

Kelly sostuvo el mono y frunció el ceño. “No le dan a una chica mucho con que trabajar.”

“Prueba si este es de tu tamaño.” Linda sostenía un traje negro ajustado, de cuerpo entero hacia la esbelta figura de Kelly.

Habían usado esos trajes negros antes. Se ajustaban a la forma del cuerpo y eran una protección corporal de polimero ligero. Podían desviar una munición de calibre pequeño y tenían unidades de calentamiento y refrigeración que podían cubrir sus señales infrarrojas. El casco integrado tenia un equipo de comunicación y encriptación, una pantalla en el visor y detectores térmicos y de movimiento. Bien sellado, la unidad tenia una reserva de oxigeno de quince minutos para permitir al usuario sobrevivir en el vacío.

Los trajes eran incómodos, y eran difíciles de reparar en el campo. Y siempre necesitaban reparaciones.

“Están muy ajustados,” Dijo Kelly. “Limitara mi rango de movimiento.”

“Los usaremos para esta operación,” le dijo John. “Hay muchos lugares entre aquí y allá con nada que respirar excepto vacío. Para el resto del su equipamiento, tomen lo que quieran –pero estén ligeros. Sin datos de reconocimiento en este lugar, tenemos que movernos rápido, o estaremos muertos.”

El equipo empezó a seleccionar sus armas primero.

“¿Calibre treinta y ocho?” Pregunto Fred.

“Si,” respondió John. “Todos tomen pistolas que usen municiones calibre .390 para que podamos compartir los cargadores si lo necesitamos. Excepto linda.”

Linda gravito hacia un rifle de barril largo color negro opaco –el SRS99C-S2 AM. El sistema del rifle de francotirador tenia secciones modulares: lentes, cargadores, barriles, incluso en mecanismo de disparo podía ser intercambiado. Ella rápidamente desarmo el rifle y lo reconfiguro. Incluyo un barril de eliminación de sonido y luz, y para compensar por la lenta velocidad de salida, incremento el calibre de la munición a .450. Se deshizo de todas las mirillas y los lentes y se conformo por un enlace integrado a la pantalla en el visor de su casco. Se embolso cinco cargadores de munición extendidos.

John también eligió un MA2B, una versión recortada del rifle de asalto estándar MA5B. Era firme y confiable, con un sistema de objetivo electrónico y un indicador del nivel de munición. También tenía un sistema de reducción de culatazo, y podía disparar un impresionante número de quince balas por segundo.

Tomo un cuchillo: una hoja de veinte centímetros, un filo aserrado, hecha de carburo de titanio opaco, y balanceado para arrojar.

John tomo el botón de pánico –una pequeña caja con un sencillo botón de emergencia. Tenía dos configuraciones. La roja alertaba al Pioneer que estaban en dificultades, y que entrara con las armas preparadas. El verde simplemente marcaba la ubicación de la base para un asalto posterior por la UNCS.

Tomo dos manojos de cargadores –hizo una pausa. Los bajo y embolso cinco. Si llegaban a una situación en la que necesitara tanto poder de fuego, su mision estaba acabada.

Todos tomaron un equipo similar, con unas pequeñas variantes. Kelly selecciono una pequeña computadora con enlaces infrarrojos. Ella también tenia el equipo medico de campo.

Fred empaco un equipo de propósito estándar para abrir cerrojos.

Linda selecciono tres transmisores de marcas de navegación, cada uno del tamaño de una garrapata. Los rastreadores podían adherirse a un objeto y transmitirían su ubicación al monitor en el visor de los Spartans.

Sam se cargo con dos mochilas de tamaño mediano –“paquetes de daño.” Estaban llenos con C-12, explosivos suficientes para hacer penetrar a través de tres metros de placas de armadura de una nave de batalla.

“¿Tienes suficiente de eso?” Le pregunto Kelly irónicamente.

“¿Crees que deba llevar más?” respondió Sam, y sonrió. “Nada como un poco de fuegos artificiales para celebrar el fin de una mision.”

“¿Todos listos?” pregunto John.

La sonrisa de Sam desapareció y metió rápidamente un cargador extendido dentro de su MA2B. “¡Listo!”

Kelly le hizo una seña a John con el pulgar hacia arriba.

Fred y Linda asintieron.

“Entonces vamos a trabajar.”

8.24.2007

Capitulo Ocho

0930 Horas, Septiembre 11, 2525 (Calendario Militar)/

Sistema Epilson Eridani, Complejo Militar Reach

Planeta Reach

La Dra. Halsey se reclino en la silla acojinada de Méndez. Estaba considerando robarse uno de los dulces cigarros William de la caja en su escritorio –ver por que los consideraba tan placenteros. Sin embargo, el hedor que salía de la caja era abrumador. ¿Cómo era que los soportaba?

La puerta se abrió y el PM Méndez se detuvo bajo la puerta.

“Señora,” dijo, y se enderezo. “No estaba informado que estaría visitándonos hoy. De hecho, tenia entendido que estaría fuera del sistema otra semana. Yo hubiera hecho los arreglos.”

“Estoy segura que los hubiera hecho.” Ella doblo sus manos en su regazo. “Nuestra situación ha cambiado. ¿Donde están mis Spartans? No están en sus barracas, ni en ninguno de los campos de practica.”

Méndez dudo. “Ellos ya no pueden entrenar aquí, señora. Tuvimos que encontrarles… otras instalaciones.”

La Dra. Halsey se paro y aliso las tablas de su falda gris. “Talvez debería explicar esa situación, Maestre.”

“Podría,” respondió el, “pero será mas fácil mostrárselo.”

“Muy bien,” dijo la Dra. Halsey, sintiendo curiosidad. Méndez la acompaño en su Warthog personal estacionado afuera de su oficina. EL vehiculo de combate todo terreno había sido acondicionado; La pesada ametralladora en la parte de atrás había sido removida y reemplazada con una hilera de misiles Argent V.

Méndez condujo fuera de la base y hacia los caminos ventosos de la montaña. “Reach fue primeramente colonizado debido a sus ricos depósitos de titanio,” le dijo Méndez. “Hay minas en esas montañas de miles de metros de profundidad. La UNSC las usa como almacenes.”

“¿Asumo que no tiene a mis Spartans haciendo inventario hoy, Maestre?”

“No, señora. Solo necesitamos la privacidad.”

Méndez condujo el Warthog pasando un ocupado puesto de vigilancia y hacia dentro de un gran túnel que bajaba pronunciadamente bajo tierra.

“El camino siguió hacia abajo enrollándose en espiral, mas profundo bajo el solidó granito. Méndez dijo, “¿Recuerda los primeros experimentos de la marina con los exoesqueletos eléctricos?”

“No estoy segura de ver la conexión entre este lugar, mis Spartans y los proyectos de exoesqueletos,” contesto la Dra. Halsey frunciendo el ceño, “Pero le seguiré la corriente un poco más. Si, se todo sobre los prototipos Mark I. Tuvimos que abandonar ese concepto y rediseñar una armadura desde la nada para le proyecto MJOLNIR. Los Mark I consumían mucha energía. O tenían que estar conectados a un generador o usar el ineficiente poder transmitido –ninguna opción es practica en el campo de batalla.”

Méndez freno ligeramente mientras se aproximaba a un reductor de velocidad. Las masivas llantas del Warthog sonaron sobre el obstáculo.

“Usaron las unidades que no fueron abandonadas,” continuo la Dra. Halsey, “como cargadores de almacén para mover equipo pesado.” Levanto una ceja. “¿O los podrian haber tirado a un lugar como este?”

“Hay docenas de eso trajes aquí.”

“¿No ha puesto a mis Spartans en algunas de esas antigüedades?”

“No. Sus entrenadores están usándolos por su propia seguridad,” respondió Méndez. “Cuando los Spartans se recuperaron de la terapia de microgravedad, estaban dispuestos a volver a su rutina. Sin embargo, nosotros experimentamos algunas-” Hizo una pausa, buscando por la palabra correcta. “… dificultades.”

Miro a su pasajera. Su cara estaba seria. “Su primer día de vuelta, tres entrenadores fueron asesinados accidentalmente durante ejercicios de combate mano a mano.”

La Dra. Halsey levanto una ceja. “¿Entonces son mas rápidos y fuertes de lo que anticipábamos?”

“Eso,” contesto Méndez “seria subestimar la situación”.

El túnel se extendió en una larga caverna. Había luces esparcidas en las paredes, en la parte superior unos cien metros en el techo y a lo largo del piso, pero hacían poco para disipar la abrumadora oscuridad.

Méndez estación el Warthog junto a un pequeño edificio prefabricado. Bajo de un salto y ayudo a la Dra. Halsey a bajar del vehiculo. “Por aquí, por favor.” Méndez hizo un gesto hacia la habitación. “Tendremos una mejor vista desde dentro.”

El edificio tenía tres paredes transparente y varios monitores marcados MOVIMIENTO, INFRAROJO, DOPPLER, y PASIVO. Méndez presiono un botón y el cuarto se elevo a lo largo de un riel en la pared hasta que estuvieron veinte metros sobre el suelo.

Méndez presiono una tecla y hablo por el micrófono: “Luces.”

Se oyó encender las lámparas he iluminaron una sección de la caverna del tamaño de un campo de football. En el centro estaba ubicado un bunker de concreto. Tres hombres en las primitivas armaduras de poder Mark I se paraban en la cima. Seis más estaban ubicados a distancias iguales alrededor del perímetro. Una señal roja estaba ubicada en el centro del bunker.

“¿Capturar la bandera?” pregunto la Dra. Halsey. “¿Pasando todo esa pesada protección?”

“Si, los entrenadores en esos exoesqueletos pueden correr a treinta y dos KPH, levantar dos toneladas y tienen mini ametralladoras de treinta milímetros montadas en soportes con auto objetivo –balas aturdidoras, por supuesto. También están equipadas con lo último en Sensores de movimiento y visores infrarrojos. Se necesitarían dos o tres pelotones de marines convencionales para tomar ese bunker.”

Méndez hablo nuevamente en el micrófono, y su vos hizo eco en las paredes de la caverna: “Inicien el ejercicio.”

Pasaron sesenta segundos, no paso nada. Ciento veinte segundos. “¿Donde están los Spartans?” pregunto la Dra. Halsey.

“están aquí,” Contesto Méndez. La Dra. Halsey alcanzo a ver un movimiento en la oscuridad: una sombra contra las sombras, una silueta familiar

“¿Kelly?” susurro.

Los entrenadores giraron y dispararon a la sombra, pero se movía con una rapidez casi supernatural. Incluso los sistemas auto objetivo no podían rastrearla.

Desde arriba, un hombre rapeleo libremente desde las vigas y cables en la parte superior. El bienvenido aterrizo detrás de uno de los guardias del perímetro, sigiloso como un gato. Golpeo la armadura del guardia dos veces, abollando las pesadas placas, y luego se agacho y barrio las piernas del objetivo de debajo de el. El guardia cayó al suelo.

El Spartan sujeto su línea de rapel al entrenador. Un momento después el retorcido guardia salio disparado hacia arriba, hacia la oscuridad.

Otros dos guardias giraron para atacar.

El Spartan esquivo, rodó, y se fundió en las sombras.

La Dra. Halsey se dio cuenta que el exoesqueleto del guardia no estaba siendo jalado hacia arriba –estaba siendo usado como un contrapeso.

Dos Spartans mas colgando del otro extremo de esa cuerda, cayeron desapercibidos en el centro del bunker. La Dra. Halsey inmediatamente reconoció a un de ellos, a pesar de que estaba vestido completamente de negro, excepto por la ranura para los ojos –Numero 117. John.

John aterrizo, se preparo y pateo a un guardia. El guardia aterrizo en una pila… a ocho metros de distancia.

El otro Spartan bajo de un salto del bunker; se volvo de lado a lado, evadiendo las balas aturdidoras que llenaban el aire. Se lanzo hacia el guardia más lejano y se deslizaron juntos hacia las sombras. El arma del guardia destelleo una vez, y luego se volvió oscuridad nuevamente.

En la cima del bunker, John era un borrón de rápidos movimientos.

El exotraje de un segundo guardia se volvió una fuente de fluido hidráulico y entonces se colapso bajo el peso de la armadura.

El ultimo guardia sobre el bunker giro para disparar a John. Halsey se aferro al filo de la silla. “¡Ese es un disparo a quemarropa! ¡Incluso las balas aturdidoras pueden matar a esa distancia!”

Mientras el guardia disparaba el arma, John dio se hizo a un lado. Las balas cortaron el aire. Un fallo limpio. John tomo el soporte del arma –lo giro- y con un chirrido de metal, lo libero del exoesqueleto. El disparo directamente al pecho del hombre y lo envió rebotando hacia abajo del bunker.

Los cuatro guardias del perímetro restantes giraron y rociaron el área con fuego de supresión.

Un latido después las luces se apagaron.

Méndez maldijo y hablo por el micrófono. “¡Respaldo! ¡Prendan las luces de respaldo ahora!”

Una docena de lámparas ámbar parpadearon al encenderse.

No había ningún Spartan a la vista, pero los nueve entrenadores estaban o inconcientes o yacían inmóviles en la armadura de batalla inerte.

La bandera roja no estaba.

“Muéstremelo nuevamente,” dijo la Dra. Halsey incrédula. “Grabo todo eso, ¿No?”

“Claro.” Méndez presiono un botón pero los monitores reprodujeron estática. “Maldición, también tomaron las cámaras,” murmuro, impresionado. “Cada vez que encontramos un nuevo lugar para ocultarlos, ellos deshabilitan los dispositivos de grabación.”

La Dra. Halsey se inclino contra la pared de vidrio mirando la carnicería de abajo. “Muy bien, Maestre Méndez, ¿Que mas necesito saber?”

“Sus Spartans pueden correr en ráfagas de hasta cincuenta y cinco KPH,” explico. “Kelly puede correr un poco mas rápido, creo. Solo se harán mas rápidos mientras se ajustan a sus ‘alteraciones’ que le hemos hecho a sus cuerpos. Pueden levantar tres veces su propio peso –el cual, debo añadir, es casi el doble de lo normal debido a su aumentada densidad muscular. Y virtualmente pueden ver en la oscuridad.

La Dra. Halsey considero los nuevos datos. “No deberían estar actuando tan bien. Debe haber efectos sinérgicos inexplicados debido a las combinadas modificaciones. ¿Cuáles son sus tiempos de reacción?”

“Casi imposible de graficar. Lo estimamos en veinte milisegundos,” respondió Méndez. Negó con la cabeza, luego añadió. “Creo que es significativamente mas rápido en situaciones de combate, cuando su adrenalina esta bombeando.”

“¿Alguna inestabilidad psicología o mental?”

“Ninguna. Ellos trabajan como ningún otro equipo que haya visto antes. Casi malditamente telepáticos. Si me pregunta. Ellos fueron traídos a estas cuevas el día de ayer, y no se donde obtuvieron los trajes negros o la cuerda de esa maniobra, pero le puedo garantizar que no han dejado esta cámara. Ellos improvisan y mejoran y se adaptan.

“Y,” añadió, “les gusta. Entre mas difícil el reto, mas dura la lucha… mejor se vuelve su moral.”

La Dra. Halsey observo mientras el primer entrenador se movía y luchaba por salir de su armadura inerte. “Ellos bien podrian haber muerto,” murmuro. “¿Pero pueden los Spartans matar?, ¿Matar a propósito?, ¿están listos para un combate real?”

Méndez miro a lo lejos e hizo una pausa antes de hablar. “Si. Si se les ordena hacerlo, matarían muy eficientemente.” Su cuerpo se puso rígido. “¿Puedo preguntarles que quiere decir con ‘combate real’, señora?”

Ella tomo sus manos y las movió nerviosamente. “Ha pasado algo, Maestre. Algo que la ONI y los almirantes nunca esperaron. El alto mando quiere desplegar a los Spartans. Quieren probarlos en una mision de combate real.”

“están tan listos para eso como puedo hacerlos,” dijo Méndez. Cerró un poco sus ojos obscuros. “pero esto esta muy adelantado a su agenda. ¿Qué paso? He oído rumores de que hubo alguna acción pesada en la colonia Harvest.”

“Sus rumores están muy atrasados, Maestre,” dijo ella, y un escalofrió entro en su voz. “Ya no hay mas lucha en Harvest. Ya no hay mas Harvest.”

La Dra. Halsey presiono el botón de descenso, y la habitación de observación lentamente bajo hacia el piso.

“Sáquelos de este agujero,” dijo secamente. “Los quiero listos para pasar revista a las 0400. Tenemos una reunión a las 0600 mañana a bordo del Pioneer. Los llevaremos a una mision que la ONI ha estado guardando para la tripulación correcta en el momento correcto. Esta es.”

“Si, señora,” respondió Méndez.

“Mañana veremos si todo el sufrimiento por el que han pasado ha valido la pena.”