7.30.2007

Capitulo Cuatro

Sección II

Recluta


Capitulo Cuatro


0530 Horas, Septiembre 24, 2517 (Calendario Militar)/

Sistema Epilson Eridani, Complejo Militar Reach

Planeta Reach

“¡Levántese, recluta!”

John rodó sobre su catre y regreso a dormir. Apenas estaba conciente de que no estaba en su habitación y que había otras personas ahí.

Una descarga eléctrica lo sacudió –desde sus pies descalzos hasta la base de su columna. Grito de sorpresa y cayo de su catre. Se sacudió la desorientación de estar casi dormido y se levanto.

“¡Dije arriba, recluta!, ¿Sabes hacia donde es arriba?”

Un hombre en uniforme de camuflaje estaba parado sobre John. Su cabello estaba muy corto y tenia gris en sus sienes. Sus ojos oscuros no parecían humanos –demasiado grandes y negros y no parpadeaban. Sostenía un bastón plateado en una mano; la apunto hacia John y saco chispas.

John se hizo hacia atrás. No le tenía miedo a nada. Solo los niños pequeños tenían miedo… pero instintivamente su cuerpo se movío lo mas lejos que podía del instrumento.

Docenas de otros hombres levantaron al resto de los niños. Setenta y cuatro niños y niñas gritaron y saltaron de sus catres.

“Soy el Primer Maestre Méndez,” Grito el hombre uniformado junto a John. “El resto de estos hombres son sus instructores. Harán exactamente lo que les digamos a toda hora.”

Méndez apunto hasta el lado alejado de las barracas. “Las regaderas están en popa. Se lavaran y regresaran aquí a vestirse.” Abrió un baúl al pie del catre de John y saco un juego de sudaderas grises idénticas.

John se inclino y vio su nombre grabado en el frente: John 117.

“¡Sin aflojar el paso, a doble marcha!” Méndez dio un golpecito entre los hombros de John con el bastón.

Una sobrecarga atravesó el pecho de John. Se dejo caer en el catre y lucho por respirar.

“¡Lo digo en serio! ¡Vamos! ¡VAMOS!”

John se movió. No podía inhalar –pero corrió de todas formas, tomándose del pecho. Logro respirar con dificultad para cuando llego a las regaderas. Los otros niños parecían espantados y desorientados. Todos se despojaron de su camisa de dormir y dieron un paso hacia la cinta transportadora, se lavaron con agua tibia y jabonosa, y se enjuagaron con un roció de agua fría.

Corrió de regreso a su litera, se puso su ropa interior, calcetas gruesas, y saco la sudadera y un par de botas de combate que se ajustaron a sus pies perfectamente.

“Afuera, reclutas,” Anuncio Méndez. “A triple velocidad… ¡Marchen!”

John y los otros salieron de las barracas hacia una franja de hierba.

El sol no había salido todavía, y el borde del cielo era color índigo. La hierba estaba húmeda con roció. Había docenas de barracas, pero no había nadie mas afuera. Un par de jets hicieron un estruendo sobre sus cabezas y giraron hacia el cielo. A lo lejos John escucho una crepitación metálica.

El Primer Maestre Méndez grito, “Harán cinco filas del mismo tamaño. Quince reclutas en cada una.” Espero unos segundos mientras se hacia un bullicio. “Enderecen esas hileras. ¿Sabes como contar hasta quince, recluta? Regresa tres pasos.”

John avanzo a la segunda fila.

Mientras respiraba el aire frió, empezó a despertarse. Inicio a recordar. Lo habían tomado en la mitad de la noche. Lo inyectaron con algo y durmió un largo tiempo. Luego la mujer que le había dado la moneda le dijo que no podía regresar. Que no podría ver a su madre ni a su padre-

“¡A saltar!”1 Grito Méndez. “Contando hasta cien. Listos, ahora.” El oficial inicio el ejercicio y John lo imito.

Un niño se rehusó –por una fracción de segundo. Un instructor llego a el instantáneamente. El bastón golpeo en el estomago del chico. El se doblo de dolor. “Sigue con el programa, recluta,” gruño el entrenador. El chico se enderezo y empezó a saltar.

John nunca había hecho tantos saltos en su vida. Sus brazos, estomago y piernas le ardían. El sudor le escurría por la espalda.

“Noventa y ocho - 99 - 100.” Méndez hizo una pausa. Hizo un respiro profundo. “¡Sentadillas!”, se dejo caer a la hierba. “Contando hasta cien. Sin aflojar.”

“El primero del grupo en detenerse,” Dijo Méndez, “tiene que correr dos vueltas alrededor del complejo –y luego vendrá aquí y hará doscientas sentadillas. Listos… ¡Cuenten! Uno… dos… tres…”

Siguieron ejercicios en cuclillas. Luego flexiones de rodillas.

John volvió el estomago, pero eso no le consiguió ningún respiro. Un entrenador llego a él pocos segundos después. volvio a su lugar y continúo.

“Levantamientos de pierna.” Continuo Méndez como si fuera una maquina. Como si todos ellos fueran maquinas.

John no podía seguir –pero sabía que vendría el bastón nuevamente si se detenía. Siguió intentándolo; tenía que moverse. Sus piernas temblaban y solo respondían lentamente.

“Descansen,” Finalmente dijo Méndez. “Entrenadores: vayan por el agua.”

Los entrenadores sacaron carritos cargados de botellas de agua. John tomo una y trago el líquido. Estaba un poco caliente y ligeramente salada. No le importo. Era la mejor agua que jamás había probado.

Se dejo caer en la hierba, jadeante.

El sol habia salido. Era calido. Se sentó sobre sus rodillas y dejo que el sudor le escurriera como si fuera una fuerte lluvia.

Se levanto lentamente y miro a los otros niños. Estaban agachados en el piso, tomándose de los costados y ninguno hablaba. Sus ropas estaban empapadas con la transpiración. John no reconoció a nadie de su escuela.

Así que estaba solo con extraños. Se pregunto donde estaría su mama y que-

“Un buen inicio, reclutas,” les dijo Méndez. “Ahora correremos. ¡Pónganse de pie!”

Los entrenadores blandieron sus bastones y arrearon a los reclutas por el camino. Trotaron por un camino de grava a través del complejo, pasando más barracas. La carrera parecía seguir para siempre –corrieron a lo largo del río, sobre un puente, después al final de una pista donde los jets se elevaban directo hacia el aire. Una vez que pasaron la pista, Méndez los llevo por un camino zigzagueante de piedras.

John quería pensar en lo que había pasado, como había llegado aquí, y que era lo que le pasaría después… pero no podía pensar bien. Todo lo que podía sentir era la sangre palpitando a través de él, el dolor de sus músculos y el hambre.

Corrieron hasta un patio lleno de baldosas lisas, un poste en el centro hacia volar los colores de la UNSC, un fondo azul con estrellas y la tierra en una esquina. En el lado lejano del patio estaba un edifico con un domo decorado, columnas blancas y una docena de amplios escalones que llevaban a la entrada. Las palabras ACADEMIA DE OFICIALES DE LA MARINA estaban grabadas en el arco sobre la entrada.

Una mujer estaba parada en el escalón más alto y les hizo señas. Usaba una sabana blanca envolviéndola alrededor de su cuerpo. Parecía vieja para John, pero al mismo tiempo joven. Entonces vio los puntos de luz que orbitaban su cabeza y supo que era una IA. Las había visto en videos. No era sólida, pero aun así, era real.

“Excelente trabajo, Primer Maestre Méndez,” dijo en una voz resonante y suave como la seda. Luego volteo hacia los niños. “Bienvenidos. Mi nombre es Déjà y seré su maestra. Pasen. La clase esta a punto de iniciar.”

John gruño sonoramente. Varios de los demás también lo hicieron.

Ella volteo y empezó a caminar hacia adentro. “Claro,” dijo ella, “si prefieren saltar su lección, pueden continuar con la calistenia matutina.”

John subió los escalones mas rapidamente.

Estaba fresco adentro. Una bandeja con galletas y un cartón de leche había sido colocado para cada uno de ellos. John mordisqueo la comida rancia y seca, y luego se trago toda la leche.

John estaba tan cansado que quería apoyar su cabeza en el escritorio y tomar una siesta –hasta que deja empezó a contarles sobre una batalla en la que trescientos soldados se enfrentaron contra miles de la infantería Persa.

Un paisaje holográfico apareció en el aula. Los niños caminaron alrededor de las montañas y colinas en miniatura y dejaron que la ilusión de la orilla del mar tocara sus botas. Soldados del tamaño de juguetes marcharon hacia lo que Déjà les explicaba era Termópilas, una franja de tierra entre las montañas y el mar. Miles de soldados marcharon hacia los trescientos que vigilaban el paso. Los soldados pelearon: lanzas y escudos se astillaban, espadas destellaban y salpicaban sangre.

John no podía quitar los ojos del espectáculo.

Déjà les explico que los trescientos eran Espartanos y que ellos eran los mejores soldados que alguna vez habían vivido. Los habían entrenado para pelear desde que eran niños. Nadie podía vencerlos.

John miro, fascinado, mientras los Espartanos holográficos masacraban a los lanceros Persas.

Se había comido sus galletas pero todavía tenia hambre, así que tomo las de la chica de al lado mientras ella no veía y se las comió mientras la batalla continuaba ferozmente. Su estomago todavía rugia y se quejaba.

¿Cuando era el almuerzo? ¿O ya era hora de cenar?

Los persas se dispersaron y los Espartanos se pararon victoriosos en el campo.

Los niños vitorearon. Querían verlo nuevamente.

“Eso es todo por hoy,” les dijo Déjà. “Continuaremos mañana y les mostrare algunos lobos. Ahora es tiempo para que vayan al campo de juegos.”

“¿De juegos?” dijo John. Era perfecto. Finalmente podría sentarse en un columpio, relajarse y pensar por un momento.

Salio corriendo del aula, al igual que sus compañeros.

“Hora de los juegos,” Dijo Méndez e hizo señas a los niños para que se acercaran. “Es una carrera corta. Fórmense.”

La “Carrera corta” se convirtió en dos millas. Y el campo de juegos no era nada como lo que John había visto nunca. Era un bosque de postes de madera de veinte metros de alto. Redes de sogas y puentes se extendían entre los postes; se tambaleaban, cruzaban y enredaban entre ellas, como un laberinto en el aire. Había postes para deslizarse, y sogas con nudos para escalar. Había columpios, y plataformas colgantes. Había sogas que pasaban por una polea y estaban amarradas en canastas que parecían lo suficientemente resistentes para levantar a una persona.

“Reclutas,” dijo Méndez, “formen tres líneas.”

Los instructores se acercaron para ordenarlos, pero John y los otros formaron las tres líneas sin barullo ni comentarios.

“La primer persona de cada fila será el equipo numero uno,” dijo Méndez. “La segunda persona de cada fila será el equipo numero dos… y así consecutivamente. Si no lo entienden, hablen ahora.”

Nadie dijo nada.

John miro a su derecha. Un niño con cabello rubio oscuro, ojos verdes y piel morena obscura le hizo una sonrisa cansada. Grabado en su sudadera se leía SAMUEL-034. Y en la siguiente fila a la de Samuel estaba una niña. Era más alta que John, flaquita con una cola de cabello largo teñido de azul. Kelly-087. No parecía feliz de verlo.

“El juego de hoy,” explico Méndez, “se llama ‘Toca la Campana.’” Señalo al poste mas alto en el campo, se elevaba unos diez metros adicionales a los demás y tenia un poste de acero para deslizarse justo al lado. Colgado de la cima estaba una campana de metal.

“Hay muchas maneras de llegar a la campana,” les dijo. “Dejare que cada equipo encuentre su camino. Cuando todos los miembros de su equipo hayan tocado la campana, deben llegar al suelo rápidamente y correr hasta esta línea de meta.”

Méndez tomo su bastón y dibujo una línea recta en la arena.

John levanto la mano.

Méndez lo miro por un momento con esos ojos negros sin parpadear, “¿Alguna pregunta, Recluta?”

“¿Que es lo que ganamos?”

Méndez levanto una ceja y examino a John. “Se ganan la cena, Numero 117. La cena de hoy es pavo rostizado, salsa y puré de papas, maíz en la mazorca, biscochos y helado.”

Un murmullo de aprobación se oyó de los niños.

“Pero,” añadió Méndez, “para que haya ganadores debe haber un perdedor. El ultimo equipo en llegar se va sin comida.”

“Los niños hicieron silencio –y entonces se miraron cautelosamente entre ellos.

“Alístense,” dijo Méndez.

“Soy Sam,” el chico de al lado le susurro a John y a la chica en su equipo.

Ella dijo, “Yo soy Kelly.”

John solo los miro y no dijo nada. La niña podría retrasarlo. Muy mal. El estaba hambriento y no iba a dejar que lo hicieran perder.

“¡Vamos!” Grito Méndez.

John corrió entre el grupo de niños y trepo por una red hasta una plataforma. Corrió a través de un puente –salto a la siguiente plataforma, justo a tiempo, el puente giro y tiro a cinco otros chicos al agua que estaba abajo.

Hizo una pausa en la soga atada a la canasta. La soga subía hasta la polea y regresaba al suelo. No creía que fuera lo suficientemente fuerte para impulsarse el mismo. En lugar de eso, tomo una soga con nudos y flexiono su cuerpo para subir.

La soga se columpiaba salvajemente cerca del centro del poste. Miro hacia abajo y casi se suelta. Parecía el doble de alto viendo desde arriba a como se veía desde el suelo. Vio a los demás, Algunos escalando, otros andando con dificultad en el agua, subiendo y empezando nuevamente. Nadie estaba tan cerca de la campana como el lo estaba.

“Se trago su miedo y siguió ascendiendo. Pensó en el helado y los biscochos de chocolate y en como iba a ganar.

John llego a la cima, agarro la campana y la hizo sonar tres veces. Entonces se agarro firmemente del poste acero y se deslizo todo el camino hasta el suelo, cayendo en una pila de cojines.

Se levanto y corrió sonriendo todo el camino hacia el Primer Maestre. John cruzo la línea de meta y dio un grito de victoria. “Soy el primero,”dijo, jadeante.

Méndez asintió e hizo una marca en su portapapeles.

John observo mientras los otros lo hacían, tocaban la campana y luego corrían a la línea de llegada. Kelly y Sam tenían problemas. Se quedaron atorados en una fila para llegar a la campana, por que todos se amontonaron al final.

Finalmente tocaron la campana, bajaron juntos… pero cruzaron la meta últimos. Miraron a John.

El encogió los hombros.

“Buen trabajo, Reclutas,” dijo Méndez y sonrió ampliamente a todos. “Vamos de regreso a las barracas y comamos.”

Los niños cubiertos en lodo e inclinándose entre ellos festejaron.

“-todos excepto el equipo tres,”dijo Méndez y miro a Sam, Kelly y luego a John.

“Pero, yo gane,” protesto John. “Llegue primero.”

“Si, llegaste primero,” explico Méndez, “Pero tu equipo llego al ultimo.” Y se dirigió a todos los niños. “Recuerden esto: Ustedes no ganan al menos que su equipo gane. Una persona que gana a costa del grupo significa que ustedes pierden.”

John corrió aturdido todo el camino de regreso a las barracas. No era justo. El había ganado. ¿Cómo era posible ganar y aun así perder?

Observo mientras los demás se llenaban con pavo, carne blanca mojada con salsa. Se acabaron montañas de helado de vainilla y dejaron el comedor con chocolate incrustado en las esquinas de sus bocas.

John tomo un litro de agua. Lo bebió pero no tenía ningún sabor. No hizo nada para calmar su hambre.

Quería llorar, pero estaba muy cansado. Se desplomo en su litera, pensando en la maneras igualar las cosas con Sam y Kelly por arruinar su victoria –pero no podía pensar. Cada músculo y hueso le dolía.

John cayo dormido tan pronto como su cabeza toco la almohada.

El siguiente día fue lo mismo –Calistenia y correr toda la mañana, luego la clase hasta la tarde.

Hoy Déjà le enseño sobre los lobos. El aula se volvió una pradera holográfica y los niños vieron siete lobos casar un alce. El grupo trabajaba unido, golpeando en cualquier lugar en que la bestia jugante no los encaraba. Era fascinante y horroroso mirar a los lobos rastrear, y luego devorar un animal de muchas mas veces su tamaño.

John evito a Sam y a Kelly en el aula. Se robo unas galletas extra cuando nadie lo veía, peor no aplacaron su hambre.

Después de la clase, corrieron de vuelta al campo de juegos. Hoy era diferente. Había menos puentes y un sistema más complicado de sogas y poleas. El poste con la campana ahora era veinte metros más alto que cualquiera de los demás.

“Los mismos equipos de ayer,” anuncio Méndez.

Sam y Kelly caminaron hacia John. Sam lo empujo.

El carácter de John se calentó –quería golpear a Sam en la cara, pero estaba muy cansado. Necesitaría toda su fuerza para llegar a la campana.

“será mejor que nos ayudes,” silbo Sam, “o te empujare de una de esas plataformas.”

“Y yo saltare encima de ti,” añadió Kelly”

“Esta bien,” susurro John, Solo traten de no atrasarme.”

John examino el recorrido. Era como resolver un laberinto en papel, solo que este se retorcía y giraba dentro y fuera de la pagina, muchos puentes y sogas no llegaban a ningún lado. Hecho un vistazo y encontró un camino posible.

Toco con el codo a Sam y a Kelly y luego señalo “Miren,” dijo, “la canasta y la soga a lo lejos. Llega directo a la cima. Pero hay que jalar mucho.” Flexiono sus bíceps, sin la seguridad de que pudiera lograrlo con lo debilitado que estaba.

“Podemos hacerlo,” dijo Sam.

John miro a los otros equipos, también estaban buscando un camino. “Tenemos que hacer una rápida carrera alcanzarla,” dijo “para asegurarnos de ser los primeros en llegar.”

“Yo soy rápida,” dijo Kelly. “rápida en serio.”

“Reclutas, alístense,” Grito Méndez.

“Esta bien,” dijo John. “Adelántate y la apartas para nosotros.”

“¡Vamos!”

Kelly salio disparada hacia delante. John nunca había visto a nadie moverse como ella. Corría como los lobos que había visto hoy; sus pies apenas parecían tocar el suelo.

Llego a la canasta. John y Sam apenas estaban a medio camino.

Un niño llego antes que ellos. “Quítate,” le ordeno a Kelly. “Voy a subir.”

Sam y John corrieron y lo empujaron. “Espera tu turno,” dijo Sam.

John y Sam se unieron a Kelly en la canasta. Juntos jalaron la cuerda y se elevaron. Era una larga cuerda –por cada tres metros que jalaban, solo se elevaban un metro. Una brisa hizo que la canasta se columpiara y golpeara el poste.

“Mas rápido,” apresuro John.

Jalaron como una sola persona, seis manos trabajando al unísono, y se aceleraron al cielo.

No llegaron primero. Fueron terceros. Pero cada uno de ellos toco la campana, Kelly Sam y John.

Se deslizaron por el poste. Kelly y Sam esperaron a que John cayera, y corrieron juntos hacia la línea de meta.

El Primer Maestre Méndez los Observo. No dijo nada, pero John pensó haber visto una sonrisa cruzar por su cara.

Sam dio unas palmadas en la espalda a John y Kelly. “Eso fue un buen trabajo,” dijo Sam. Pareció pensativo un momento y luego dijo, “Podemos ser amigos… Digo, si tú quieres. No seria gran cosa.”

Kelly se encogió de hombros y contesto, “Seguro.”

“Esta bien,” dijo John. “Amigos.”

1.- Jumping jacks: Ejercicio aeróbico en el que se salta cayendo alternadamente con los pies y las manos pegadas al cuerpo y con las manos y los pies extendidos.

7.29.2007

Capitulo Tres

2300 Horas Septiembre 23, 2517 (Calendario Militar)/

Sistema Epilson Eridani, Complejo Militar Reach,

Planeta Reach

La doctora halsey se paro en la plataforma en el centro del anfiteatro.

Anillos concéntricos de gradas color gris pizarra la rodeaban –vacías por ahora. Sobre su cabeza luces la enfocaban y reflejaban su bata de laboratorio blanca, pero todavía tenia frió.

Se debería sentir segura aquí. Reach era uno de las mas grandes bases industriales de la UNSC, rodeada con cañones de alta orbita, estaciones espaciales, y una flota de naves capitales altamente armadas. En la superficie del planeta estaban los campos de entrenamiento bélico de la marina y la milicia. Escuelas de oficiales (OCS), y entre ella y las instalaciones subterráneas había trescientos metros de concreto y acero endurecido. La habitación podría soportar un impacto directo de un arma nuclear de 80 megatones.

¿Así que por que se sentía tan vulnerable?

La Dra. Halsey sabía lo que tenia que hacer. Su deber. Era por el bien mayor. Toda la humanidad seria servida… aun si una pequeña cantidad de ellos tuviera que sufrir por eso. Aun así, cuando pensaba en retrospectiva y encaraba su complicidad en esto –le repugnaba lo que veía.

Ella deseaba contar todavía con el Teniente Keyes. Se había probado como un asistente capaz durante el último mes. Pero el había empezado a entender la naturaleza del proyecto –al menos había visto un poco de la verdad. La Dra. Halsey lo reasigno al Magullan con una promoción a Teniente completo por sus problemas.

“¿Esta lista, Doctora?” una incorpórea voz de mujer le pregunto.

“Casi, Déjà.” Suspiro la Dra. Halsey. “Por favor convoca al Primer Maestre Méndez. Me gustaría que ambos estuvieran presentes cuando me dirija a ellos.

El holograma de Déjà parpadeo a un lado de la Dra. Halsey. La IA había sido específicamente creada para el proyecto SPARTAN de la Dra. Halsey. Ella tomo la apariencia de una diosa griega: descalza, envuelta en una toga, puntos de luz bailando alrededor de su luminoso cabello blanco. Sostenía una tabla de barro en su mano izquierda. Marcas binarias Cuneiformes avanzaban por la tabla. La Dra. Halsey no podía evitar maravillarse con la forma escogía por la IA; cada IA se “auto asignaba” una apariencia holográfica, y cada una era única.

Una de las puertas en la cima del anfiteatro se abrió y el Primer Maestre Méndez bajo por las escaleras. Usaba un uniforme negro, su pecho inundado con estrellas doradas y plateadas y un arco iris de listones de campaña. Su cabello cortado al ras tenía un toque de gris en sus sienes. No era ni alto ni musculoso; se veía muy ordinario para ser un hombre que había visto tanto combate… excepto por su caminar. El hombre se movía con una elegante lentitud como si estuviera caminando en media gravedad. Hizo una pausa frente a la Dra. Halsey, esperando por más instrucciones.

“Aquí arriba, por favor,” Le dijo ella, señalando las escaleras a su derecha.

Méndez subió los escalones y entonces se paro en descanso a su lado.

“¿Ha leído mis evaluaciones psicológicas?” Déjà le pregunto a la Dra. Halsey.

“Si. Eran muy minuciosas,” dijo ella. “Gracias.”

“¿Y?”

“Estoy haciendo de lado tus recomendaciones, Déjà. Voy a decirles la verdad.”

Méndez dio un casi inaudible gruñido de aprobación –uno de los reconocimientos más verbales que la Dra. Halsey había oído de el. Como instructor en combate mano a mano y entrenamiento físico, Méndez era lo mejor en la Marina. Pero como un conversador, dejaba mucho que desear.

“La verdad tiene sus riesgos,” le advirtió Déjà.

“También las mentiras,” respondió la Dra. Halsey. “Cualquier historia fabricada para motivar a los niños –diciendo que sus padres fueron raptados y asesinados por piratas o por una plaga que devasto su planeta- si se enteran de la verdad después, se voltearían contra nosotros.”

“Es una preocupación legitima,” concedió Déjà, y entonces consulto con su tabla. “¿podría sugerirle parálisis neural selectiva? Produce una amnesia selectiva-”

“Una perdida de memora que podría llegar a otras partes del cerebro. No,” Dijo la Dra. Halsey, “esto será suficientemente peligroso para ellos, aun con sus mentes intactas.”

La Dra. Halsey presiono en el micrófono. “Tráiganlos ahora.”

“Si, si,” respondió una voz desde las bocinas en el techo.

“Se adaptaran”, dijo La Dra. Halsey a Déjà. “O no lo harán, y no podrán ser entrenados y no calificaran para el proyecto. De cualquier modo solo quiero terminar con esto.”

Cuatro juegos de puertas dobles en la grada más alta del anfiteatro se abrieron con un giro. Setenta y cinco niños marcharon hacia adentro –cada uno acompañado por un entrenador, un instructor de simulacros de la Marina en trajes con patrones de camuflaje.

Los niños tenían círculos de fatiga alrededor de sus ojos. Ellos habían sido recogidos, enviados aquí por el espacio estelar y apenas recientemente sacados del crio-sueño. El impacto de su experiencia debería estar golpeándolos duro, se dio cuenta la Dra. Halsey. Ella reprimió el remordimiento y arrepentimiento.

Cuando estuvieron todos sentados en las gradas, la Dra. Halsey se aclaro la garganta y dijo: “Por el Código Naval 45812, están ahora conscriptos en el Proyecto Especial de la UNSC, nombre código SPARTAN II.”

Hizo una pausa; las palabras se atoraron en su garganta. ¿Cómo era posible que ellos pudieran entender esto? Ella misma apenas podía entender las justificaciones y éticas detrás de este programa.

Todos parecían muy confundidos. Algunos trataron de pararse e irse, pero sus entrenadores pusieron manos firmes en sus hombros y los empujaron hacia abajo.

Seis años de edad… era mucho que digerir para ellos. Pero ella tenía que hacerlos entender, explicar en términos simples que ellos pudieran comprender.

La Dra. Halsey dio un tentativo paso al frente. “Han sido llamados al servicio,” explico. “Serán entrenados… y se convertirán en lo mejor que podamos hacer de ustedes. Ustedes serán los protectores de la Tierra y de sus colonias.”

Un puñado de los niños se sentaron más derecho, ya no asustados, sino ahora interesados.

La Dra. Halsey vio a John, sujeto Numero 117, el primer niño que había confirmado como candidato viable. Arrugo la frente, confundido, pero escuchaba con profunda atención.

“Esto será difícil de entender, pero no podrán regresar con sus padres.”

Los niños se agitaron. Los entrenadores mantuvieron un firme agarre en sus hombros.

“Este lugar se volverá su hogar,” la Dra. Halsey dijo en la voz más tranquilizadora que pudo lograr. “Sus compañeros de entrenamiento serán su familia ahora. El entrenamiento será difícil. Habrá una gran cantidad de dificultades en el camino que se avecina, pero se que todos lo lograran.”

Palabras patrióticas, pero sonaron vacías en sus oídos. Ella habría querido decirles la verdad –pero ¿Cómo podría hacerlo?

No todos ellos lo lograrían. “Perdidas aceptables,”le había asegurado el representante de la Oficina de Inteligencia Naval.

Ninguna de ellas era aceptable.

“Descansen ahora,” Les dijo la Dra. Halsey. “Empezamos mañana.”

Giro hacia Méndez. “Haz que los niños… los reclutas sean escoltados a las barracas. Aliméntenlos y póngalos a dormir.

“Si, Señora,” Dijo Méndez. “¡Rompan filas!” grito.

Los niños se levantaron, con la urgencia de sus entrenadores. John 117 se paro, pero mantuvo su mirada en la Dra. Halsey y permaneció estoico. Muchos de los sujetos parecían conmocionados, a unos pocos les temblaban los labios –pero ninguno de ellos lloro.

Estos eran ciertamente los niños correctos para el proyecto. La Dra. Halsey solo esperaba tener la mitad de su valor llegado el momento.

“Manténgalos ocupados mañana,” dijo ella a Méndez y a Déjà.

“Eviten que piensen acerca de lo que acabamos de hacerles.”

Capitulo Dos

1130 Horas, Agosto 17, 2517 (Calendario Militar)/

Sistema Estelar Eridanus, Eridanus 2, Ciudad Elysium

El sol naranja proyectaba un brillo fiero en el campo de juegos de la Instalación Educativa Primaria de La Ciudad Elysium No. 119. La Dra. Halsey y el Teniente Keyes se paraban en la sombra de un toldo de lona y miraban a los niños mientras gritaban y seguían el uno al otro y escalaban en enrejados de acero y se arrojaban gravballs a través de las canchas rechazadoras.

El teniente Keyes se veía extremadamente incomodo vestido de civil. Vestía un traje gris grande, una camisa amarilla sin corbata. La Dra. Halsey encontraba esta repentina incomodidad, encantadora.

Cuando el se había quejado de que la ropa estaba muy grande y floja, ella casi se rió. El era un militar puro hasta la sangre. Aun en uniforme, el Teniente se paraba rígido, como si estuviera en un estado de atención permanente. “Es agradable aquí,” dijo ella. “Esta colonia no sabe lo bien que les toco. Un estilo de vida rural, sin contaminación, sin multitudes. Clima controlado.”

El teniente gruño en reconocimiento mientras trataba de alisar las arrugas de su camisa de seda.

“Relájese,” dijo ella. “Se supone que somos padres inspeccionando la escuela para nuestra pequeña niña.” Ella deslizo su brazo a través de los suyos, y a pesar de que ella hubiera pensado el acto imposible, el Teniente se paro todavía más derecho.

Ella suspiro y se separo de el. Abrió su bolso, y saco una computadora de bolsillo. Ajusto el borde de su amplio sombrero de paja para ensombrecer su computadora del brillo del medio día. Con un golpecito de su dedo, acceso y escaneo el archivo que había armado sobre su sujeto de investigación.

Numero 117 tenia todos los marcadores genéticos que ella había designado en su estudio original –el era lo mas cercano al sujeto perfecto de investigación para sus propósitos que la ciencia podía determinar. Pero la Dra. Halsey sabia que tomaría más que la perfección teórica para hacer trabajar este proyecto. La gente era más que la suma de sus genes. Había factores ambientales, mutaciones, éticas aprendidas, y cientos de otros factores que podrian hacer inaceptable a este candidato.

La imagen en el archivo mostraba a un típico varón de seis años de edad. El tenía cabello café, revuelto y una ligera sonrisa que revelaba una separación entre sus dientes frontales. Algunas pecas estaban diseminadas en sus mejillas. Bien –ella podría comparar los patrones para confirmar su identidad.

“Nuestro sujeto.” Mientras cambia el ángulo de su computadora hacia el Teniente para que el pudiera ver al chico, la Dra. Halsey se dio cuenta que la fotografía era de hace cuatro meses. ¿Qué ONI no se daba cuenta de lo rápido que estos niños cambiaban? Descuidado. Ella hizo una nota para requerir imágenes actualizadas en un periodo regular hasta que la fase tres iniciara.

“¿Es el?” Susurro en Teniente.

La Dra. Halsey levanto la vista.

El teniente señalo a una colina con hierba al final del campo de juegos. La cima de la colina era pura tierra, libre, sin nada de vegetación. Una docena de chicos se empujaban entre si –se agarraban, tiraban, rodaban por la colina, y entonces se levantaban y empezaban el proceso nuevamente.

“Rey de la colina,” Comento la Dra. Halsey.

Un niño se paraba en la cima. El bloqueaba, empujaba y golpeaba a los otros niños.

La Dra. Halsey apunto su computadora hacia el y grabo este incidente para estudiarlo después. Ella hizo un acercamiento sobre el sujeto para tener una mejor vista de el. Este chico sonreía y mostraba la misma separación entre sus dientes. Congelo la imagen y ella obtuvo una coincidencia comparando las pecas con las del archivo.

“Ese es nuestro chico.”

Era más alto que los otros niños por una cabeza y su actuación en el juego era algún indicador –más fuerte también. Otro chico lo agarro por atrás tomándolo por la cabeza. Numero 117 se despego de el y –con una risa- lo aventó hacia debajo de la colina como a un juguete.

La Dra. Halsey había esperado un espécimen de proporciones físicas perfectas y un increíble intelecto. Cierto, el sujeto era fuerte y rápido, pero también era sucio y rudo.

De todas maneras, percepciones no realistas y subjetivas debían ser enfrentadas en estudios de campo. ¿Qué era lo que realmente esperaba? Era un niño de seis años –lleno de vida y emoción sin control y tan predecible como el viento.

Tres chicos lo tomaron. Dos tomaron sus piernas y otro lo tomo con sus brazos alrededor de su pecho. Todos ellos cayeron por la colina. Numero 117 pateo, golpeo y mordió a sus atacantes hasta que lo dejaron y corrieron a una distancia segura. Se levanto y regreso de nuevo a la colina, golpeando a otro niño y gritando que el era rey.

“Parece,” empezó en Teniente, “um, muy animado”

“Si,” dijo la Dra. Halsey. “Podríamos usar a este chico.”

Ella miro hacia el campo de juegos. El único adulto estaba ayudando a una niña a levantarse después de caer y rasparse un codo; ella se marcho y se dirigió a la enfermería.

“Quédese aquí y obsérveme, Teniente,” dijo ella, y le paso la computadora. “Voy a ver mas de cerca.”

El teniente empezó a decir algo, pero la Dra. Halsey se alejo caminando, entonces casi trotando atravesó los cuadros de rayuela en el campo de juego. Una brisa movió su vestido y ella tuvo que agarrarlo por el dobladillo con una mano mientras sujetaba la orilla de su sombrero de paja con la otra. Empezó a frenar y se detuvo a cuatro metros de la base de la colina.

Los niños se detuvieron y voltearon.

“Estas en problemas,” dijo un chico, y empujo a Número 117.

El empujo al chico nuevamente y entonces miro a la Dra. Halsey directamente a los ojos. Los otros chicos miraron a otro lado; algunos con sonrisas de vergüenza, y otros pocos se fueron lentamente.

Su sujeto, sin embargo, se quedo parado desafiante. El estaba o confiado en que ella no lo iba a castigar –o simplemente no tenia miedo. Ella vio que tenía un moretón en su mejilla, que su pantalón estaba roto por las rodillas y que tenía roto un labio.

La Dra. Halsey se acerco tres pasos. Algunos de los niños dieron tres pasos involuntarios hacia atrás.

“¿Puedo hablar contigo, por favor?” pregunto ella, y continuo mirando al sujeto.

El finalmente rompió contacto visual, encogió los hombros y bajo de la colina pesadamente. Los otros niños se reían y hacían sonidos siseados; uno arrojo una piedra a el. Numero 117 los ignoro.

La Dra. Halsey lo llevo al final de una caja de arena cercana y se detuvo.

“¿Cual es tu nombre?” pregunto.

“Soy John,” dijo el. El chico extendió la mano.

La Dra. Halsey no esperaba contacto físico. El padre del sujeto debe haberle enseñado el ritual, o el niño era altamente imitativo.

Ella estrecho su mano y se sorprendió por la fuerza en su minúsculo agarre. “Encantada de conocerte.” Ella se hinco para que estar a su nivel. “Quería preguntarte ¿Qué estabas haciendo?”

“Ganando, Dijo el.

La Dra. Halsey sonrió. El no le tenia miedo… y dudaba que el tuviera algún problema con tirarla por la colina.

“Te gustan los juegos,” dijo ella. “A mi también.”

El suspiro. “Si, pero me hicieron jugar ajedrez la semana pasada. Eso estuvo aburrido. Es muy fácil ganar.” Tomo un respiro profundo.

“O – ¿podemos jugar gravball? No me dejan jugar mas gravball, ¿pero si tu se los dices que esta bien tal vez?”

“Tengo un juego diferente que me gustaría que intentaras,” Ella le dijo. “Mira.” Ella tomo su bolso y saco un disco metálico. Ella lo giro y resplandeció bajo el sol. “La gente usaba monedas como esta como dinero hace mucho tiempo, cuando la tierra era el único planeta en que vivíamos.”

Sus ojos se fijaron en el objeto. El intento alcanzarlo.

La Dra. Halsey lo movió, girándolo todavía entre sus dedos pulgar e índice. “Cada lado es diferente. ¿Vez? Uno tiene la cara de un hombre con pelo largo. El otro lado tiene un ave, que se llama águila y esta sosteniendo-

“Flechas,” dijo John.

“Si, bien.” Su vista debía ser excepcional para ver ese detalle de tan lejos. “Usaremos esta moneda en nuestro juego. Si tú ganas, te la puedes quedar.

John quito la vista de la moneda y la miro a ella nuevamente, movió los ojos, luego dijo, “Okay, de todas maneras siempre gano. Es por eso que no me dejan jugar mas gravball.”

“Estoy segura de eso.”

“¿Cual es el juego?”

“Es muy simple. Yo lanzo la moneda de este modo.” Ella doblo su muñeca. Chasqueo su pulgar, y la moneda giro, mientras daba vueltas en el aire, y aterrizó en la arena. “Pero la siguiente vez, antes de que caiga, quiero que me digas si va a caer mostrando la cara del hombre, o el águila sosteniendo las flechas.”

“Entendido.” John se tenso, doblo sus rodillas y sus ojos parecieron perder el enfoque en ella y la moneda.

La Dra. Halsey tomo la moneda. “¿Listo?”

John asintió ligeramente.

Ella la lanzo, asegurándose que tuviera más que suficiente giro.

Los ojos de John la observaban con un una extraña mirada distante. El la siguió mientras subía, y entonces hacia abajo yendo hacia el suelo –su mano se movió rápidamente y tomo la moneda en el aire.

Sostuvo su mano cerrada. “¡águila!” Grito.

Ella tentativamente hizo por su mano y abrió el pequeño puno.

La moneda yacía en su mano: el águila brillaba bajo el sol naranja.

¿Era posible que el vio que lado estaba hacia arriba cuando el la tomo?… o mas improbablemente, ¿pudo haberla tomado con el lado que quería? Ella esperaba que el teniente hubiera grabado eso. Le debería haber dicho que mantuviera la computadora apuntada hacia ella.

John quito la mano. “Puedo conservarla, ¿Verdad? Eso es lo que me dijiste.”

“Si, puedes quedártela John.” Ella le sonrió –luego se detuvo.

No debería haber usado su nombre. Era una mala señal. No se podía dar el lujo de que le gustaran sus sujetos. Hizo a un lado sus sentimientos mentalmente. Tenia que mantener una distancia profesional. Tenia que… por que en unos pocos meses Número 117 podría no estar vivo.

“¿Podemos jugar otra vez?”

La Dra. Halsey se paro y dio un paso hacia atrás. “Me temo que esa era la única que tenia. Ahora me tengo que ir,” Ella le dijo. “Regresa y juega con tus amigos.”

“Gracias.” El corrió de regreso, gritando a los otros chicos, “¡Miren!”

La Dra. Halsey avanzo hacia el Teniente con grandes pasos. El sol reflejado en el asfalto se sentía muy caliente, y repentinamente no quería estar en el exterior. Quería regresar a la nave, donde estaba frió y oscuro. Quería salir del planeta.

Entro bajo la lona y dijo al Teniente, “Dime que grabaste eso.”

El le dio la computadora y parecía intrigado. “Si. ¿De que se trato todo eso?”

La Dra. Halsey checo la grabación y envió una copia por adelantado a Toran en el Han para mantenerla segura.

“Buscamos a estos sujetos con ciertos marcadores genéticos,” dijo ella. “Fuerza, agilidad, incluso predisposición a la agresión e intelecto. Pero no podemos hacer pruebas remotas para todo. No podemos probar la suerte.”

“¿Suerte?” Pregunto el Teniente Keyes. “¿Usted cree en la suerte, Doctora?”

“Claro que no,” dijo ella con un movimiento negativo de la mano. “Pero tenemos ciento cincuenta sujetos de prueba que considerar, y las instalaciones tienen fondos para mantener a la mitad de ese numero. Es una simple eliminación matemática, Teniente. Ese chico fue uno de los suertudos –eso o el es extraordinariamente rápido. De cualquier modo, el esta dentro.”

“No entiendo,” dijo el Teniente Keyes, y empezó a jugar con la pipa que traía en el bolsillo.

“Espero que así continué, Teniente,” Respondió tranquilamente la Dra. Halsey. “Por su bien, espero que nunca entienda lo que estamos haciendo.”

Ella miro por última vez a Número 117 –a John. El estaba teniendo mucha diversión, corriendo y riendo. Por un momento envidio la inocencia del chico; la de ella llevaba mucho tiempo muerta. Vida o muerte, suerte o no, ella estaba condenando a este chico a una gran cantidad de dolor y sufrimiento.

Pero tenia que hacerse.

Capitulo Uno

Sección I

Diana


Capitulo uno

0430 Horas, Agosto 17, 2517 (Calendario Militar)/

Espacio Estelar – coordenadas desconocidas cerca del Sistema Estelar Eridanus


El Teniente de grado Júnior Jacob Keyes se despertó. La luz roja pálida lleno su visión borrosa y se ahogo con la sustancia viscosa en sus pulmones y garganta.

“Siéntese, Teniente Keyes,” una voz masculina incorpórea le dijo. “Siéntese, Aspire profundamente y tosa, señor. Necesita limpiar el tensoactivo bronquial.”

El Teniente Keyes se empujo hacia arriba, quitándose la cama de gel de forma ajustable. Una capa de niebla se derramaba del tubo criogénico mientras el torpemente salía. Se sentó en un banco cercano, trato de inhalar, y se inclino hacia delante, tosiendo hasta que una larga cadena de de fluido transparente, salía de su boca.

Se sentó y dio su primer respiro profundo en dos semanas. Probo el sabor en sus labios y casi le provoca nauseas. El crio-inhalante estaba especialmente diseñado para ser regurgitado y tragado, reemplazando nutrientes perdidos en el largo sueño. Sin importar que tanto cambiaran la formula, siempre sabía como moco sabor cal.

“¿Estado, Toran?, ¿Estamos bajo ataque?”

“Negativo, señor,” respondió la IA de la nave. “Estado normal. Entraremos en el espacio normal cerca del Sistema Eridanus en cuarenta y cinco minutos.”

El teniente Keyes tosió otra vez. “Bien. Gracias, Toran.”

“De nada, Teniente”.

Eridanus estaba en el borde de las colonias exteriores. Estaba lo suficientemente lejos de la trayectoria lejana como para que hubiera piratas ocultos…esperando para capturar una nave diplomática como el Han. Esta nave no duraría mucho en la acción espacial. Debería haber una escolta. El no entendía por que habían sido enviados solos –pero los Tenientes Júnior no cuestionaban las órdenes. Especialmente cuando las ordenes venían directamente de los cuarteles generales de FLEETCOM en el planeta Reach.

Los protocolos para despertar, dictaban que el inspeccionara al resto de la tripulación para asegurarse de que nadie había tenido problemas reviviendo. El miro alrededor de la cámara dormitorio: hileras de regaderas y gabinetes de acero inoxidable, un capsula medica para resucitaciones de emergencia, y cuarenta tubos criogénicos –todos vacíos excepto el de su izquierda.

La otra persona en el Han era la especialista civil, Dr. Halsey. Keyes había sido ordenado para protegerla a todo costo, pilotear la nave, y generalmente estar fuera de su camino. Ellos igual podrian haberle ordenado tomar su mano. Esta no era una mision militar; era ser niñera. Alguien en el Comando de la Flota, debe tenerlo en su lista negra.

La cubierta del tubo del Dr. Halsey zumbo y abrió. Niebla salía mientras ella se sentaba, tosiendo. Su piel pálida la hacia lucir como un fantasma en la niebla. Nudos enmarañados de cabello oscuro se ceñían a su cuello. No parecía mucho mayor que el, y ella era adorable –no hermosa, pero definitivamente una mujer impactante. Para ser una civil, de cualquier manera.

Sus ojos azules se fijaron sobre el teniente y ella miro a través de el. “Debemos estar cerca de Eridanus,” dijo.

El Teniente Keyes casi saludo por reflejo, pero corrigió el movimiento. “Si, Doctora.” Su cara se enrojeció y el miro lejos de su delgado cuerpo.

El había simulado la recuperación criogénica una docena de veces en la academia. Había visto a sus compañeros oficiales desnudos antes –hombres y mujeres. Pero la Dra. Halsey era una civil. El no sabía que protocolos aplicaban.

El Teniente Keyes se levanto y fue hacia ella. “Puedo ayudarla-”

Ella balanceo sus piernas fuera del tubo y salio. “Estoy bien, Teniente. Vaya a limpiarse y vestirse.” Ella paso a un lado de el y se dirigió hacia las regaderas. “Dese prisa. Tenemos trabajo importante que hacer.”

El Teniente Keyes se enderezo. “Si, si, Señora.”

Con ese pequeño encuentro, sus roles de conducta cristalizaron. Civil o no –le gustara o no- El teniente Keyes entendió que la Dra. Halsey estaba al mando.

El puente del Han tenia una abundancia de espacio para una nave de su tamaño. Es decir, tenia todo el espacio de maniobra de un closet al que se puede entrar. Un recién bañado, rasurado y uniformado Teniente Keyes se impulso dentro de la habitación y sello la presión de la puerta detrás de el. Todas las superficies del puente estaban cubiertas con monitores y pantallas. La pared en su izquierda era una gran pantalla semicurva, obscura por el momento, por que no había nada visible en el espectro del espacio estelar.

Detrás de el estaba la sección giratoria central del Han, conteniendo el comedor de la tropa, la sala de registros, y los dormitorios. El transporte diplomático había sido diseñado para el confort de sus pasajeros, no de la tripulación.

Esto no parecía molestar a la Dra. Halsey. Amarrada en el sillón de navegación, usaba un mono blanco que hacia juego con su piel pálida, y tenia amarrado su cabello oscuro en un simple y elegante nudo. Sus dedos bailaban a través de cuatro teclados, mecanografiando comandos.

“Bienvenido, Teniente,” dijo ella sin levantar la vista. “Por favor, tome asiento en la estación de comunicaciones y monitoree los canales cuando entremos al espacio normal. Si hay algo, aunque sea un chillido en frecuencias no estándar, quiero saberlo al instante.

Se desplazo hacia la estación de comunicaciones y se amarro.

“¿Toran?” pregunto ella.

“Esperando sus ordenes, Dra. Halsey,” contesto la IA de la nave.

“Dame mapas de astrogacion del sistema.”

“En línea, Dra. Halsey.”

“¿Hay algún planeta alineado actualmente con nuestra trayectoria de entrada y Eridanus Dos? Quiero hacer un aceleramiento gravitacional para que podamos entrar al sistema inmediatamente.”

“Calculando ahora Dr. Hal-”

“Y ¿Podemos tener algo de música? Concierto para piano numero tres de Rachmaninov, creo.”

“Entendido Doctor-”

“E inicia un ciclo de pre-quemado de calentamiento para los motores de fusión.”

“Si, Doc-”

“Y deja de girar el carrusel de la sección central del Han. Podríamos necesitar la energía.”

“Trabajando…”

“Ella se recostó tranquila. La música inicio y suspiro. “Gracias, Toran.”

“De nada, Dra. Halsey. Entrando a espacio normal en cinco minutos, mas o menos tres minutos.”

El Teniente Keyes le lanzo a la doctora una mirada de admiración. El estaba impresionado –Poca gente podía poner una IA de una nave mas allá de su ritmo como para causar una pausa detectable.

Ella volteo para verlo. “Si, ¿Teniente? ¿Tiene alguna pregunta?”

El se compuso, y tenso el chaleco de su uniforme con un jalón. “Tenia curiosidad sobre nuestra mision, Señora. Asumo que es para reconocer algo en este sistema, pero ¿por que enviar un transportador, en lugar de una patrulla o una corbeta? Y ¿Por qué solo nosotros dos?”

Una suposición y análisis bastante buenos, Teniente. Esta es una mision de reconocimiento… de algún modo. Estamos aquí para observar un niño, El primero de muchos, espero.”

“¿Un niño?”

“Un varón de seis años de edad, para ser precisa.” Ella ondeo su mano. “Puede ayudarle su piensa que este es solo un estudio psicológico mantenido por la UNSC.” Todo rastro de sonrisa se evaporo de su rostro. “Que es precisamente lo que dirá a cualquiera que pregunte. ¿Entendido, Teniente?”

“Si, Doctora.”

Keyes frunció el ceño, Saco la pipa de su abuelo de su bolsillo, y la giro de un lado a otro. El no podía fumar esa cosa –encender un combustible en el compartimiento de vuelo, era contra todas las regulaciones mayores en un vehiculo espacial de la UNSC- pero algunas veces, el solo jugaba con eso, o masticaba la punta, lo que lo ayudaba a pensar. El la regreso a su bolsillo, y decidió ahondar en el asunto y enterarse de algo más.

“Con el debido respeto, Dra. Halsey, Este sector del espacio es peligroso.”

Con una desaceleración repentina ellos entraron al espacio normal. La pantalla principal parpadeo y un millón de estrellas aparecieron a la vista. El Han se hundió hacia un gigante de gas con forma de nube arremolinada, hacia delante.

“Espera para quemar,” Anuncio la Dra. Halsey. “En mi marca, Toran.”

El Teniente Keyes apretó sus arneses.

“Tres… dos… uno. Marca.”

La nave vibro y se dirigió rápidamente hacia el gigante de gas. El jalón del arnés se incremento alrededor del cuello del Teniente haciendo la respiración más difícil. Ellos aceleraron durante sesenta y siete segundos… las tormentas del gigante de gas se hacían mas grandes en la pantalla –entonces el Han se giro hacia arriba y lejos de su superficie.

Eridanus se desplazaba hacia el centro de la pantalla y lleno en puente con una luz naranja calida.

“Aceleración gravitacional completa,” anuncio Toran. “Tiempo de llegada estimado a Eridanus es de cuarenta y dos minutos, tres segundos.”

“Bien hecho,” dijo la Dra. Halsey. Desabrocho sus arneses y floto libre, estirándose. “Odio el crio-sueño,” dijo ella. “Lo deja a uno tan entumido.”

“Como estaba diciendo antes, Doctora, este sistema es peligroso-”

Ella elegantemente giro para encararlo, deteniendo su momento con una mano en el acceso del compartimiento. “Oh si, Yo se que tan peligroso es este sistema. Tiene una historia colorida: La insurrección rebelde en 2494, abatida por la UNSC dos años después al costo de cuatro destructores.” Ella pensó un momento y entonces añadió, “No creo que la Oficina de Inteligencia Naval (ONI por sus siglas en ingles) encontrara su base en el campo de asteroides. Y como ha habido redadas organizadas y actividad pirata diseminada en la cercanía, uno podría concluir –como ONI claramente lo ha hecho- que el resto de la facción rebelde todavía esta activa. ¿Es eso lo que le preocupaba?”

“Si,” respondió en Teniente. El trago, su boca seca de repente, pero se rehusó a ser reprendido por la doctora –por una civil. “No necesito recordarle que es mi trabajo preocuparme por nuestra seguridad.”

Ella sabia mas de lo que el sabia, mucho mas, acerca del Sistema Eridanus” –y ella obviamente tenia contactos en la comunidad de inteligencia. Keyes nunca había visto a un espectro de la ONI –hasta donde el sabia de todas formas. La mayoría del personal naval había elevado a esos agentes hasta un estado casi mítico.

Sin importar que otra cosa pensara de la Dra. Halsey, de ahora en adelante asumiría que ella sabia lo que estaba haciendo.

La Dra. Halsey se estiro una vez más y se amarro de nuevo en el sillón de navegación. “Hablando de piratas,” dijo ella, ahora con su espalda hacia el, “¿No se supone que debería estar monitoreando los canales de comunicación en búsqueda de señales ilegales? Solo en caso de que alguien tenga un interés excesivo en un transporte diplomático solo y sin escoltas”

El teniente Keyes se maldijo por ese momento de distracción y se dispuso a hacerlo. Escaneo todas las frecuencias e hizo que Toran verificara sus códigos de autentificación.

“Todas las señales verificadas,” reporto. “No se detectaron transmisiones piratas.”

“Continué monitoreándolas, por favor.”

Treinta incómodos minutos pasaron. La Dra. Halsey estaba contenta de leer los reportes en las pantallas de navegación, y mantuvo su espalda hacia el.

El Teniente Keyes finalmente se aclaro la garganta. “¿Puedo hablar francamente, Doctora?”

“No necesita mi permiso,” dijo ella. “Puede hablar francamente en cualquier momento, Teniente. Ha estado haciéndolo muy bien hasta ahora.”

Bajo circunstancias normales, entre oficiales normales, ese último comentario hubiera sido una insubordinación –o peor, un regaño. Pero el lo dejo pasar. Los protocoles militares comunes parecían haber sido tirados por la borda en este vuelo.

“Usted dijo que estábamos aquí para ver a un niño.” El dudosamente negó con la cabeza. “Si esta fuera un trabajo de inteligencia real, entonces, para ser sincero, hay otros oficiales mejor calificados para esta mision. Me gradué del UNSC OCS hace solo siete semanas. Mis ordenes me habían llevado al Magullan. Esas ordenes fueron anuladas, Señora.”

Ella giro y lo examino con fríos ojos azules. “Siga, Teniente.”

El hizo por su pipa, pero entonces corrigió el movimiento, ella probablemente pensaría que era un tonto hábito.

“Si esta en una operación de inteligencia,” dijo el, “entonces… no entiendo para nada por que estoy aquí.”

Ella se inclino hacia delante. “Entonces, Teniente, yo seré igualmente franca.”

Algo profundamente dentro del Teniente Keyes le decía que se arrepentiría de escuchar cualquier cosa que la Dra. Halsey tuviera que decir. Ignoro ese presentimiento. Quería saber la verdad.

“Adelante, Doctora.”

Su ligera sonrisa regreso. “Usted esta aquí por que el Vice Admirante Stanforth, Jefe de la Sección Tres de la División de Inteligencia Militar, se rehusó a prestarme este transporte sin al menos un oficial de la UNSC a bordo –a pesar de que el sabe muy bien que yo puedo pilotear esta cubeta por mi misma. Así que escogí a un oficial de la UNSC. Usted.” Ella golpeo su labio inferior pensativamente y añadió, “Vera, He leído su archivo, Teniente. Completo.”

“No se-”

“Usted sabe de lo que estoy hablando.” Ella giro sus ojos. “Usted no es un bueno para mentir. No me insulte intentándolo.”

“El Teniente dio un trago. “Entonces ¿Por que yo? Especialmente si ha visto mi registro”

“Lo escogí precisamente por su registro –por el incidente en su segundo año en el OCS. Catorce alférez asesinados, Usted estuvo herido y paso dos meses en rehabilitación. Las quemadas por plasma son particularmente dolorosas, según entiendo.”

El junto y froto sus manos. “Si.”

“El Teniente responsable era su comandante en esa mision de entrenamiento. Usted se rehusó a testificar contra el a pesar de la abrumadora evidencia en y el testimonio de sus compañeros oficiales… y amigos.”

“Si.”

“Ellos le dijeron a la junta de revisión el secreto que el Teniente le había confiado a todos ustedes –que el iba a probar su nueva teoría para hacer los saltos en el espacio estelar mas acertados. El estaba ocupado, y todos ustedes pagaron por su entusiasmo y pobres matemáticas.”

El Teniente Keyes estudio sus manos y tuvo este sentimiento de ahondar en si mismo. La voz de la Dra. Halsey sonaba distante. “Si.”

“A pesar de la presión continua, nunca testifico. Ellos lo amenazaron con degradarlo, levantarle cargos de insubordinación, y rehusar una orden directa –incluso con darlo de baja de la armada.”

“Sus compañeros candidatos a oficiales testificaron de todos modos. La junta de revisión tenia toda la evidencia para hacerle una corte marcial a su comandante. A usted le hicieron un reporte y dejaron las consecuentes acciones disciplinarias.”

El no dijo nada. Estaba cabizbajo.

“Es por eso que usted esta aquí, Teniente –por que usted tiene una habilidad que es excesivamente rara en el ejercito. Usted puede mantener un secreto.” Ella dio un largo respiro y añadió, “Usted podría tener que guardar muchos secretos cuando esta mision termine.”

El levanto la vista. Había una mirada rara en sus ojos. ¿Lastima? Eso lo tomo con la guardia baja y miro hacia otro lado nuevamente. Pero se sentía mejor de lo que se había sentido desde el OSC. Alguien confiaba en el nuevamente.

“Creo,” dijo ella, “que usted preferiría estar en el Magullan. Peleando y muriendo en la frontera.”

“No, yo-” El se dio cuenta de la mentira conforme la decía, se detuvo y se corrigió. “Si. La UNSC necesita cada hombre y mujer patrullando las Colonias Exteriores. Entre las redadas y las insurrecciones, es un milagro que no se haya derrumbado todo.”

“Así es, Teniente, desde que dejamos la gravedad de la tierra, pues, hemos estado peleando unos contra otros por cada centímetro cúbico de vacío –desde Marte hasta las Lunas Jovian hasta las masacres del Sistema Hydra y en los cientos de guerras para abrirnos paso en las Colonias Exteriores. Todo siempre ha estado cerca de derrumbarse. Es por eso que estamos aquí.”

“Para observar a un niño,” Dijo el. “¿Que diferencia podría hacer un niño?”

Uno de sus cejas se arqueo. “Este niño podría ser mas útil para la UNSC que una flota de Destructores, y miles de Tenientes de grado Júnior –o incluso yo. Al final, el niño podría ser lo único que haga cualquier diferencia.”

“Acercándose a Eridanus Dos,” les informo Toran.

“Curso y vector atmosférico para el puerto espacial Luxor,” Ordeno la Dra. Halsey. “Teniente Keyes, Prepárese para aterrizar.”